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miércoles, 26 de agosto de 2015

Feliz Regreso A Clases (¿O No?)



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FELIZ REGRESO A CLASES, AMIGUITOS.

Es miércoles. Son las once de la noche y ya estoy pensando en cómo suicidarDIGO EN HACER MI TAREA.

Con tanto cansancio que siento, ya hasta se me había olvidado que hoy era miércoles de blog (Recuerden que todo agosto escribí dos veces por semana)

Entonces, vamos a nuestro tema de hoy, que es la escuela...






A contrario de lo que se cree popularmente, yo no odio la escuela. Para nada.

¿Me fastidia entrar tan temprano -bueno, durante mi educación básica-? Sí.

¿Me fastidia que me entierren de pura tarea en poco tiempo? Sí.

¿Me fastidia que no respeten mi integridad como persona orgullosamente introvertida? Sí.

¿Me fastidia seguir órdenes sin un motivo aparentemente bueno? Sí.

¿Me fastidia tener que convivir con seres humanos a los que aborrezco seriamente? Sí.

Pero no es la escuela en sí lo que me fastidia; es el sistema.

Voy a ser un poco más clara con respecto a eso:


El sistema que me hace sentir como una inadaptada social, como una completa idiota, es la misma que me inutiliza y me ridiculiza. Punto.

No es en sí la escuela. No es en sí los maestros. No es en sí la materia. Es el sistema el que está mal.




Aunque claro, tampoco voy a hacerme de la vista gorda y decir que no es solo eso. El sistema está mal, pero la gente que lo sigue está aun peor.

Es un estrés constante, y sé que no soy la única que lo ve así. Así que ahora, a mis tiernos y dulces 20 años, estando en mi 3er año de la carrera, sigo sin disfrutar de mi vida escolar. ¿Por qué?

El sistema está construido para la generalidad de la población, para el ideal de la población. Y yo turbo obvio disto un montón de la estudiante ideal.

Soy introviertida por naturaleza.
No me gusta seguir órdenes.
Soy una persona auditiva.
Y mis habilidades "que destacan" no son precisamente las más útiles o más bien, son las que empleo menos en la escuela.


Debido a todo eso, me he sentido como una extranjera desde mi primer año de preescolar. Y por favor, no digan que soy la única, no puedo creer que soy la única que se siente así.




En contraparte con la bola de inutilidades (no sé si exista la palabra, pero recuerden que yo tengo esta tendencia de inventarme palabras) que nos quieren meter en la cabeza este sistema mal organizado, lo cierto es que mis experiencias con los maestros no han sido los mejores.

Ya conocen mis malas historias. Hay muchas historias que pasan desapercibidas. Y las pocas buenas historias, son de las que quiero tomar motivación e impulsarme.

A mis 20 años, en mi 3er año de la carrera, puedo contar con mis manos los maestros que de verdad me han inspirado a aprender, a seguir, a estudiar, a mejorarme a mí misma, para mí misma y por mí misma.

No a base de amenazas. No a base de miedo. No a base de intimidación. No a base de lástima. No a base de nada.

Nada más que el amor por la vida y el conocimiento que existe.






Podrán recriminarme: "OMG, MARIANA, TÚ SIEMPRE TE ESTÁS QUEJANDO DE TODO Y DE TODOS MODOS TE VA BIEN"..

Y yo me reiré, porque ese ni siquiera es mi punto.

Sí me quejo.
Me va relativamente bien.

Pero eso no va a cambiar mucho, ¿eh? Ni yo con mis quejas voy a mover al sistema hetero-patriarcal opresivo en el que estamos, ni yo con mis buenas notas voy a encajar en él. Punto.


Mis quejas se basan en mis observaciones. No las hago al aire y no las hago por nada. Las hago porque las siento, porque me incomodan y porque quiero hacerlas.




Mis "buenas notas" no borran los momentos de estrés y ansiedad que vivo. (Imagínense esa presión en alguien que YA tiene problemas de estrés y ansiedad. Verdaderamente cruel e inhumano).

Mis "buenas notas" no borran las veces que fracasé y me sentí la peor idiota de la vida, porque todos mis compañeros podían hacer algo que yo no entendía.

Mis "buenas notas" no borran los bajones de autoestima que sufrí debido a que mi valor personal lo atribuía a un par de números en una hoja de papel.

Mis "buenas notas" no borran los momentos de verdadera humillación que pasé debido a una bola de "maestros" insensibles e incapaces.

Mis "buenas notas" no me van a borrar las pesadillas que tuve, las noches de insomnio que pasé y las lágrimas de ira que derramé por mi vida escolar.

 Mis "buenas notas" no van a borrar las veces que me sentí atacada moralmente por ser obligada a "participar más", cuando soy una persona introvertida por naturaleza.

O sea, personas del mundo natural, habemos introvertidos que estamos bien sin hablar, eso no quiere decir que no estoy aprendiendo, carajo. Hay más formas de calificarme. Busquen algunas. Acóplense a mi paso. Respeten mi integridad individual, maldición.









Nuevamente, no es contra la escuela.

Me gusta ir a la escuela.

Además de que se me ocurren unas ideas loquísimas estando ahí, convivir con alguien más me hace ser mejor humana o algo así. No saben lo nerviosa que me había puesto cuando había comenzado a hablarle a mis muebles.

Me gusta ir a la escuela, porque aprendes un montón de cosas padres. No sólo en el ámbito científico, sino también de tus compañeros y/o maestros o demás personal.

Me gusta ir a la escuela.


No me malentiendan. A mí me encanta aprender. Siempre quiero estar aprendiendo y preguntando y escuchando y viendo y leyendo y escribiendo y creando y descubriendo.

Pero lo cierto es que mi paso por la escuela ha sido todo, menos eso.

Es depresivo, de verdad, pensar que en la escuela es el último lugar en donde yo pudiera escribir algún cuento o algo. Es el último lugar en donde yo pudiera leer un libro sin sentirme juzgada o interrumpida. Es el último lugar en donde yo pudiera investigar algo diferente. Es el último lugar donde yo pudiera crear algo. Es el último lugar en donde yo podría preguntar algo.

Porque, vamos a ser honestos, la escuela dejó de ser escuela y se convirtió en una fábrica creadora de mentes cuadradas, almas ahogadas y voluntades rotas.

Me da miedo.

Siento que convivo con zombis.

Me siento en The Walking Dead y eso que ni siquiera me gusta ese programa.




Pero en fin.

Supongo que está en mis manos cambiar tanto como pueda y que cuando acabe mi preparación y esté frente a un grupo, hacer de su experiencia escolar la más grandiosa experiencia enriquecedora que encuentren, que puedan imaginar.

Para que en un futuro, no estén pensando cada quince días, en abandonar la escuela y buscar un plan b.

Justo como yo suelo hacer cuando siento que no doy más.



Lo bueno es que me queda sólo un año, así que ya es poco. Se irá rápido. Y tengo fe en que sabré encontrar las cosas buenas por encima de las malas.

Y si no pasa, que mejor me pase una oruga por encima -mejor no, qué asquito-, que me parta un rayo en dos.


"Nunca he permitido que la escuela entorpeciese mi educación."

Mark Twain, escritor estadounidense. 

-Les recomiendo mucho Tom Sawyer de Mark Twain, es genialísimo-


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