Translate

viernes, 4 de septiembre de 2015

Se Acabó.






Oh, queridos lectores, ya no sé con qué cara justificar mis chingaderas. Supongo que con la misma que tengo.

Me da vergüenza admitir que la semana anterior no escribí porque no me encontraba con un tema lo suficientemente interesante y porque no tenía mucho apetito de hacerlo.

Se escribe cuando se quiere escribir, así lo veo yo. Si se escribe por compromiso, el resultado no es algo muy bueno.

En fin. Esa es mi percepción, pueden llamarme "floja desobligada"...

Como sea, el punto de hoy son las despedidas.

Más que despedidas, las emociones que nos llevan a tomar ciertas decisiones, para bien o para mal, que alteran el curso de nuestra vida.





Recientemente atravesé una ruptura.

O sea, es una ruptura que tiene ya más de un año, yo creo. IMAGÍNENSE. No poder terminar con una persona y estar intentándolo por más de un año. Era un sufrimiento horrible.

En el peor de los casos, era algo terrible que yo no quisiera hacerlo.

No quería terminar contigo.

Pero tenía que hacerlo.


Es una historia larga, algo rebuscada y cliché. Algunos de ustedes ya la conoce, porque ya he escrito de ella. Algunos de ustedes no saben de qué diablos estoy hablando porque me gusta mantener mi vida privada en privado, y está bien.





¿Por qué se acaban así los vínculos?

Hay muchas razones:

Engaños, falsedades y mentiras. Desinterés. Desamor.

En este caso, cobardía.



Las razones ya se hablaron. Las preguntas ya se hablaron. Los sentimientos ya se sintieron. Y las lágrimas ya se derramaron.


¿Qué queda?

Mis conclusiones:


Ríanse todo lo que quieran de mí. Los amigos que están al tanto me miraron con mucha suspicacia cuando les comenté lo sucedido:

"¿Ahora sí?", preguntaron.

"-Ahora sí"- aseguré.

¿Y ahora sí se podría llevar a cabo mi plan de salir de este hoyo de miseria y remolino de constante desesperación y dolor?

Sí.

Tengo fe en que sí.


Más de un año llevo intentando dejar escapar esta historia de entre mis manos. Dejar su corazón en la puerta de su casa, regresarlo en un buen estado y seguir con mi camino. Pero había demasiadas cosas que se interponían.

La que más tenía peso era que mi amistad con esta persona era invaluable. Así lo creía yo. Y de tantas cosas malas que tenía en su vida, yo no podía ni quería ser la cereza en su pastel de dolor.
Creo que al final terminé siéndolo.

No tanto porque decidiera acaabar con todo esto, sino porque me dejé manipular tan bonito que esta persona terminó creyendo que estaría para siempre así, que encontraría esta manera de "amar" cómoda para mí misma. Creyó que yo era feliz siendo así.

No lo era, amiguitos.

No era feliz quemándome a mí misma para mantener viva una flama que temía que se extinguiera y causara dolor. Causé dolor al dejarla prendida. Me causé dolor a mí misma por ofrecerme como la leña.



Sé que no soy la única que lo ha hecho.

Quiero decir que nunca mi intención fue dañar a alguien.

Siempre lo hice porque creía que era lo correcto. Que era mi deber como buena persona hacer esto.

No era lo correcto. No era mi deber. Y ser buena persona no significa que deba ponerme como tapete para que los demás puedan pasar sobre mí.

Cada quien hacía sus elecciones, ¿Por qué tenía que fingir que las tuyas no me habían dolido y que podía darte otro voto de confianza?

Demostraste no valer eso. Lo hiciste en el momento en que decidiste ponerme en segundo lugar en tu vida. Jamás mi presencia llegaría a ser suficiente como para hacerte pensar que podía ocupar un lugar más digno. Que podía representar más para ti.

Y al final, terminé siendo una aventurilla más. Una historia sin eco. Un simple recuerdo amargo que se desvanecerá con el paso de los años.

Francamente, estoy bien con eso.

Yo te habría dado mil y una oportunidades si las hubieras necesitado.

Pero tú no necesitabas una segunda oportunidad. Tú necesitabas a alguien más. Yo no soy ese alguien más.




No voy a darle más vueltas al asunto. Hice lo que tenía que hacer. Hice lo que quise. Hice lo que pude.

Y me va a bastar.

No por consejos de mis amigos. No por sentido común. No porque a eso me orillabas.

Porque me quiero lo suficiente como para sacar de mi vida a alguien que me hizo tanto daño y que ni siquiera tuvo la decencia de preguntar por mi estado, de preocuparse por mi bienestar.

Te saqué de mi vida porque eres incapaz de ver el daño que me hacías.

Y no lo merezco, ¿Ok? Nunca lo he merecido.

No así. No hoy. Y no por ti.

Adiós.



No hay comentarios:

Publicar un comentario