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viernes, 22 de mayo de 2015

Mi cuerpo me pertenece a MÍ y a nadie más.






Recién acabo de tener un acalorado debate con mi madre acerca de ciertos asuntos que nos involucran a todos: Prejuicios, represión y pertenencia.

Algo sencillo, dirán ustedes, pero créanme, viniendo de una familia extremadamente religiosa (católica, para acabar), ser "de libre pensamiento", o el simple hecho de tener una cultura más o menos decente (Perdón, familia, pero es neta), te tachan como "libertina".

Veamos el caso que abrió esta familiar discusión.





Me contó del caso de esta niña. Una niña, de trece años, en Estados Unidos, estuvo subiendo fotos de ella en bras de encaje y mintió diciendo que tenía 19 años. Cuando su madre se dio cuenta, frente a todo internet y su computadora, se dedicó a darle la peor regañiza de la vida y además la obligó a escribir que sólo era una chiquilla estúpida de trece años y bla bla bla.

Luego de que me contó con extrema fascinación, mi madre me miró y preguntó mi opinión. Dijo (y cito): "Me puse en tus zapatos, así como lo que tú pensarías... y tú has dicho que está mal dejar en evidencia a los demás en frente de otros..." y continuó cuando le pedí que me diera su opinión.

Al momento de que me preguntó lo mismo, yo fui muy sincera y clara:

Yo respeto las maneras que la gente tiene de vivir su sexualidad, lo que me perturba un poco es que esa niña se hubiera hecho pasar por alguien más grande.




Respuesta que pareció no convencerla mucho, ya que de inmediato comenzó a debatirme y preguntarme cosas. Regresé a mis observaciones y le dije que me parecía que esa niña no tenía conversaciones de sexualidad en su casa, y debido a la represión, ella encontró una manera "segura" de comenzar a experimentar su sexualidad a través de internet y las mentiras.


Mi madre simplemente levantó una ceja y transformó su rostro en una mueca de confusión. Creo que lo que buscaba de mí era comentarios despectivos y de reprobación, pero no, amigos.

Aquí es cuando insistí en mi punto:

La gente puede hacer lo que quiera con sus cuerpos, porque son de ellos y no míos. Yo no tengo por qué juzgar.

Yo di el ejemplo de los tatuajes, porque estoy muy cercana a uno, y le expliqué: Si tengo un hijo que quiere hacerse un tatuaje, no se lo voy a impedir, porque es su cuerpo y él decide por sí mismo, yo no tengo poder ni palabra para evitar algo.

Juro que un par de signos de exclamación se levantaron sobre el rostro de mi madre, algo consternada.

Me debatió, POR SUPUESTO, que los trabajos, que la sociedad, y que chalalá.



Déjenme ser muy clara:

Cuando usan a la sociedad como argumento, sólo dejan muy en claro su bajo nivel cultural y de visión. Punto.

Le contesté que yo no criaría hijos temerosos de las opinones de una sociedad doblemoralista y sumamente desinformada.

Me expuso un problema: Tengo un hijo, a quien de adolescente le permití el lujo de un tatuaje, y que ahora, de adulto, él busca un trabajo que aparentemente no tiene el capital para ponerlo por sí mismo y es rechazado por un tatuaje.


Le expliqué que yo no voy a criar a mis hijos para que sean parte de esta sociedad. ¿Cuál es el punto de la evolución, entonces? Por supuesto que no. Voy a criar a mis hijos para que construyan una más libre, responsable, respetable y cero prejuiciosa sociedad. Si rechazaran a mi hijo en un trabajo por tener tatuajes, abogaríamos por sus derechos HUMANOS PISOTEADOS y ganaríamos por default.

Por un minuto se quedó callada, haciendo mala cara al suelo y frunciendo los labios. Abrió la boca para continuar:

-"Pero, imagínate que las chicas con quienes tiene trato lo vean feo por su tatuaje. ¿Qué haría, entonces?"-

-Fácil, má. Yo le diría: Búscate mejores, hijo mío, no andes mendigueando porquerías conservadoras e irrespetuosas. Punto final-


La discusión continuó, diciendo que ella tiene un "sexto sentido" que le indicaría que se alejara de las personas con tatuajes.

Yo le pregunté, en mi amarga sorpresa. "¿SEXTO SENTIDO O PREJUICIO?
Porque entonces yo tengo un sexto sentido con los sacerdotes y monjas. Siento que me van a violar, ¿Y sabes por qué creo eso? Porque ASÍ ME PREDISPUSO LA SOCIEDAD, no porque sea un sexto sentido el que me pueda alertar"


Kabooom. Cuando ahí pudo acabarse el tema, no, mi mamá es igual de rezongona que yo (lo heredé, aparentemente) y continuó, diciendo que no está bien, y que el cuerpo es el templo de Dios y chalalá.

Entonces me enfadé un poco y le expuse mi punto de vista, que aquí mismo escribiré:

Mi cuerpo es mi cuerpo y soy su única dueña. Mi cuerpo me pertenece sólo a mí, porque yo vivo en él, yo cargo con él, yo cuido de él, yo hago lo que quiera con él, y no me parece justo que me juzguen por algo que estoy haciendo con mi cuerpo. Porque es mío y nadie más tiene derecho sobre mí. 

Mi cuerpo no le pertenece a mis padres, no le pertenece a Dios ni a ninguna religión, no le pertenece a la sociedad. Sólo me pertenece a mí. 

Y me gustaría un poco más de respeto con respecto a las decisiones que tomo sobre él. 



Perdonen si encuentran mi opinión muy liberal, y muy "irresponsable". Pero es la verdad.

Este cuerpo es mío y no es trabajo de nadie mantenerlo en buen estado más que el mío. Así como me puedo poner a hacer ejercicio y a comer bien para mantenerlo saludable, también puedo tatuarlo y perforarlo para adornarlo.

Y ambas cosas las haré porque se me da la puta gana y ya.

No pienso vivir y/o esconder mis deseos de una sociedad prejuiciosa y estúpidamente retrógrada.

Es mi cuerpo y si quiero, hago de mi culo un papalote y lo vuelo. Si quiero me hago vegetariana. Si quiero hago ejercicio mensual. Si quiero me tiño el cabello de rosa. Si quiero me pongo un tatuaje. Si quiero me afilo los dientes como colmillos. Si quiero hago un aborto. Si quiero lo visto de ropas ligeras. Si quiero lo bronceo. Si quiero, dono mis órganos. Si quiero me pongo implantes de senos.Si quiero LO DEFORMO A MI GUSTO, porque es mío y nadie más tiene por qué decidir.




La discusión terminó sin una conclusión a la que accedimos mi madre y yo.

Le comenté que me hubiera gustado que ellos (mis padres) me hubieran dicho que es mi cuerpo y que puedo hacer lo que quiera con él, consciente de mis responsabilidades y consecuencias.

Pero como no fue el caso, me llevé cerca de 17 años averigüándolo.
No todos llegan a esa conclusión, porque no todos han tenido mis mismas experiencias, ni mi misma mentalidad ni mi misma inteligencia.

Así que querido lector, en caso de que nadie te lo haya dicho y estando plenamente consciente de que no me pertenece el derecho, te lo diré:

Es tu cuerpo y eres libre de hacer lo que quieras con él. Mantén tus principios, enfrenta las consecuencias y sé muy responsable, porque es tu cuerpo y nadie más se hará cargo de él. El día en que Diosito te lo reclame de regreso, ese día Diosito escuchará tus razones, tus experiencias y leerá en tu corazón tus sentimientos. Fin. 

No te va a mandar al infierno porque compartiste la cama con otro hombre durante cincuenta años. No te va a mandar al infierno porque tuviste obesidad durante toda tu vida. No te va mandar al infierno porque te pusiste un arete en el estómago o un tatuaje en el antebrazo. No te va mandar al infierno porque abortaste. No te va mandar al infierno porque donaste sangre. No te va a matar porque usaste durante tres años unos tenis vans HORRIBLES. No te va a mandar al infierno porque te pusiste implantes de pompis.

No te va a decir, porque sabe que es TU cuerpo y TÚ hiciste lo que quisiste/pudiste hacer. 

Y todo es muy respetable, mientras no lastimes a un tercero. 


Deshagámonos de los prejuicios, moralistas y sucios conservadores/tradicionalistas/religiosos

(porque me cae que muchas religiones reprimen la naturaleza creativa e imaginativa del ser humano)


Ten presente esto siempre:

El hecho de que no te pongas un tatuaje no va a cambiar a la sociedad. Pero sí cambiará a la sociedad el hecho de que te pongas un tatuaje y te pongas a trabajar bien chingón.

Entonces la sociedad entenderá que tu cuerpo no es su problema.

Y para los prejuiciosos (que me consta que muchos son así porque fueron criados con el último grito de la moda moralista como mi mamá, a quien amo y admiro mucho), he aquí un consejo:






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