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viernes, 11 de diciembre de 2015

De Discapacidad e Intercambios Navideños






Muchos de ustedes se estarán preguntando qué diablos tiene que ver la discapacidad con los intercambios navideños o cuál es la relación.

Bueno, a estas alturas del año deberían saber que me encanta elegir títulos mega extraños a las cosas que escribo. Este blog, por ejemplo.



Pero a lo que vamos: Hoy fue mi último día de prácticas en el CAM Anne Sullivan.





Para las personas ajenas a la carrera o siquiera la cultura general, un CAM es un centro de atención múltiple; en pocas palabras, una escuela "especial" para gente "especial". Son escuelas para niños con una o diversas discapacidades, que por ye o zeta razón no están en una escuela regular equis.

Estuve dos semanas yendo a esta escuela, con mi grupo de primero,segundo y tercer grado de primaria. Su discapacidad era la auditiva y yo estuve dando matemáticas, cívica y ética y educación artística.


Durante estos tres años que llevo en la carrera, ya había tenido un cierto acercamiento a mi trabajo. Había ido a practicar con un grupo de 40 niños de cuarto de primaria en mi tercer semestre y en cuarto semestre fui a un grupo de 43 niños de quinto de primaria (siempre me tocaron grupos numerosos, i dont know why); pero claro, ellos eran niños de escuela regular, mis planeaciones eran de una sola materia e iba exclusivamente una semana.

Ahora todo fue diferente.


Fui a un CAM, a un centro de mi verdadero trabajo. Conviví durante DOS semanas con estas criaturas y lo importante: APRENDÍ otro sistema de comunicación, porque bueno, teniendo discapacidad auditiva, el lenguaje de señas es la opción para la expresión personal y global.

Sí, yo había asistido a cursos de LSM, y en mi escuela, hay un par de talleres y materias con esta temática, pero es como en todo. Es como inglés en las escuelas públicas: Una vez a la semana y te voy a enseñar palabras sueltas.

Obvio sabía un poco, tenía mi apodo y algunas palabras, pero de eso, a realmente dar una clase de cívica y ética en LSM es un mundo de diferencia.

No les mentiré, cuando mi compañero me dijo -porque vamos en binas- que nos había tocado esa escuela, yo por dentro quise gritar. "¿Pero cómo? ¡Yo no sé nada de nada! OMG. No sólo voy a decepcionar a los maestros, sino que voy a decepcionar a mis padres, a mis amigos, a mis compañeros, a los niñitos y a mí misma".

Creo que todos mis compañeros estábamos emocionados porque iríamos a un CAM por primera vez -a practicar- pero yo realmente estaba preocupada. De verdad, mi LSM de entonces era torpe, era tosco y muy suelto. No podía formular oraciones completas de una manera decente.

Mi LSM, que "estudié" durante un año y medio, más o menos, era el equivalente a mi japonés de tres semanas.

Igual.

Sabía presentarme. Sabía decir mi nombre. Sabía el abecedario y algunos números.

Y eso era todo.

¿Realmente estaría capacitada para ir a una escuela, a un grupo de diez niñitos, a darles clases. a enseñarles lo mejor de la vida?




Pues, no sé si lo estaba.

La primera semana -de hace un par de meses- me sentí como cuando Tarzán quiere ir a Inglaterra por Jane y después se arrepiente y entonces Cleiton los atrapa y los encierra en el sótano del barco y bueno... ya se saben la historia.

Al principio me emocioné, pero después me entró una ansiedad increíble. Ansiedad con emoción. Como cuando estás haciendo algo indebido pero se siente padre. Como cuando estás haciendo algo que te divierte, pero no estás segura de cómo va a terminar. Así me sentía.

Como si cerrara los ojos y me lanzara de un avión con un paracaídas... ¿Y se abriría mi paracaídas a tiempo para salvarme?


Mi paracaídas de LSM se abrió cuando ya casi estaba por estrellarme contra el suelo frío de concreto. Claro, ustedes pueden alegarme que es una historia diferente, pero el sentimiento es casi el mismo.

Mi práctica determinaría mi futuro. Si realmente me gustará lo que estoy haciendo, si realmente soy buena en lo que estoy haciendo, si realmente tengo lo que se necesita, si realmente obtengo lo que estoy esperando...

Me preocupaban las calificaciones que me darían -porque sí, mientras tú das clase, un maestro tuyo va equis día, sin anunciarse, y entra a ver cómo das tu clase. Y te califica toda la semana por un solo día, so... sí, estresa un poquito- por mi práctica, pero me preocupaba más yo misma.

¿Y si resultaba ser taaaan mala, que terminaría tan frustrada y decepcionada que me suicidaría al cabo de un tiempo?


Pos no me maté, y creo que eso es bueno.

Esa primera semana, el primer día, sí me sentí mal conmigo misma pero quise pensar que un mal día no determinaría mi semana, mi entusiasmo.

Porque como yo les he dicho, y he escrito muchas veces aquí, le tengo mucha fe a esta carrera.

Es la mejor coincidencia que me ha pasado en mis 20 años en este planeta.





Ahora estuve dos semanas. DOS SEMANAS.

Y todo lo que puedo decir es que me siento bendecida por la vida, por Diosito y por Buda e incluso Satanás está alzando su pulgar en señal de aprobación.

Si bien, sé que siempre puedo mejorar, nunca voy a llegar al tope de mi capacidad sino hasta que me muera y eso, lo disfruté muchísimo. Aprendí muchísimo. Y me dio muchas más ganas de seguir en esto, de seguir viviendo y de seguir estresándome siete horas sentada como un mueble en aquella escuela que me está dando la formación -y los elementos documentales- necesarios para tener mi título.


Antier hice una encuesta que me mandaron a hacer en la escuela. Una de las preguntas rezaba que si me lamentaba por haber elegido la docencia. Tuve dudas en cómo responder, porque yo me lamento de todo por momentos.

Pero ahora sé con seguridad, el cien por ciento de mí misma está en el mismo bando en esta cuestión: NO ME ARREPIENTO.

Si bien, esta experiencia pudo ser aterradora, realista, dura y hasta cierto punto traumática, no me arrepiento.

Aprendí como no tienen idea LSM, aprendí mucho de los niños, de los maestros, de mi compañero, de los padres de familia, de mí misma...


El mundo cambia cuando ves a través de los ojos de los niños. Cualquier niño. Con discapacidad o no. Con cualquier diferencia.


Siempre he creído que la discapacidad es sólo un estilo de vida. Punto.

Todos somos diferentes. Eso de que dicen de "capacidades diferentes", o sea, nel. Todos tenemos capacidades diferentes, tengas o no discapacidad.

Aunque todos podamos ver -sin lentes- no todos vemos lo mismo, o vemos con la misma claridad.


Los estilos de vida son lo más notorio de una persona; una sexualidad diferente, una preferencia, una creencia, una "discapacidad"... Todos son estilos de vida.

Y nosotros no podemos criticar estilos de vida, porque cada quien vive la suya como mejor le plazca.
Quisiera dejar en claro que los estilos de vida NO son elegibles.


Así como Oscar Wilde no eligió ser homosexual, Beethoven no eligió desarrollar la sordera, y yo no elegí ser vegetariana -o sea, dejé de comer por mi propio pie, pero me refiero a que no elegí escuchar los aullidos de verdadero horror de los animalitos cuando veo un producto de origen animal-, Isaac Newton no eligió ser ateo.

Los estilos de vida no se eligen. Tú no eliges pensar lo que piensas. Tú no eliges creer lo que crees. Tú no eliges amar a quien amas. Tú no eliges sentir lo que sientes.

Así que me parece idiota, retrógrada y hasta cierto punto utópico, criticar a los demás por cómo viven.

Muy su problema, ¿No? ¿A ti en qué rayos te va a afectar?


Y entonces, nos vemos en la penosa necesidad de explicarle a nuestros conocidos que no es lástima lo que te mueve para dar clases a los niños de CAM. No es compasión. No es paciencia. No es "mandato divino".


Es amor.


A mí me mueve el amor que le profeso a todas las criaturas bellas de la creación divina del universo. Nada más. Nada menos.

Amor.

Amor para un niño con discapacidad auditiva, así como un niño que escucha regularmente. Amor para un adolescente con síndrome de down, así como por un niño de tres años pelirrojo y con muchas pecas.

Amor indiscriminado.








Un día de regreso a mi casa, pensé que la vida  -así como los estilos de vida-, son como los intercambios navideños.

Le entras con toda la intención de conseguir algo que te guste, algo padre, pero al final -muchas veces- te toca algo mega chafísima o algo que no te gusta, o algo que no entiendes.

Pero ni modo de regresar el regalo.


Siento que mi vida es como un intercambio: Me esmero en dar lo mejor de mí -en este caso, monetariamente- y no me importa tanto lo que me vayan a dar. No me hago ilusiones; lo que verdaderamente quiero yo nadie me lo puede comprar y dar, aun así, mantengo una buena actitud en recibir lo que sea que alguien haya elegido para mí.

Está bien. Los intercambios son bonitos.

No se trata tanto de los regalos, se trata de cuánto te conoce aquella persona, de cuánto le importas y de cuánto está dispuesta a dar.

Ha habido gente de mi pasado que ha intentado comprarme con regalos caros, regalos exclusivos y regalos muy específicos para mi gustos, sabiendo que por encima de un libro de Stephen King, de un disco de The Jonas Brothers, de un buen par de calcetines kawaii, está el tiempo, atención y las observaciones con buena intención -aka, cumplidos-

Me gusta que me regalen libros y libretas, pero me gusta más cuando alguien me regala de su tiempo para hablar de los libros que ya tengo.

Me gusta que me regalen discos de mis bandas favoritas, pero me gusta más cuando alguien me invita a salir para escucharme cantar.

Me gusta que me regalen accesorios como calcetines, tines, etc, pero me gusta más cuando alguien me regala ese sentimiento de calidez dentro de mi ser.

Me gusta cuando alguien me compra un regalo.

Pero me gusta más cuando alguien me regala un pedacito de su ser.



Así que como ven, yo no tengo mala percepción de los intercambios. Al contrario, me parecen mágicos y me parece que hablan mucho de las personas, aunque nunca se deben tener excusas para hacer un intercambio.

Los intercambios son bienvenidos en cualquier época del tiempo.


Con respecto a este año, me ahorraré ese gusto.

No pienso participar en algún intercambio.


Ya lo pensé bien y decidí que estoy demasiado triste y abstraída en mi propio dolor como para buscar algo material que regalar.


Les puedo regalar un pedacito de mi corazón, pero sólo eso.

Y no, no espero nada a cambio. No necesitan regalarme algo.

Por su atención, gracias.







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