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viernes, 25 de diciembre de 2015

2015: El Recuento.



Se acabó el año, amigos. Se acabó. *comienza a aplaudir*

Se acabó y yo sigo sin poder darme cuenta de cómo el tiempo viaja tan rápido. Recuerdo cuando apenas comenzaba este blog y hoy... hoy llega a su fin.

Quiero decir, esta entrada y esta edición. El próximo año regresaré más fuerte, más sarcástica, más mamona y más creativa, así que se joden, no van a deshacerse de mí tan fácil.


Realmente se pasó el año en un parpadear y les mentiría si les digo que me acuerdo de todo lo que hice este año, no es así, tengo muy mala memoria -excepto para las cosas malas. Ésas siempre las recuerdo-, pero este blog me ha guardado tantas buenas, malas y raras historias, que fácilmente puedo hacer el recuento de los daños y las ganancias del 2015 si sólo lo regreso tanto como lo desee. Como una máquina del tiempo emocional.

Un año...


OMG.

Sobreviví OTRO AÑO.


OMG, no puedo creerlo. Me siento como si Katy Perry hubiera ganado un grammy o si Leonardo DiCaprio fuera bendecido por los premios de la Academia (aka Los Oscars).


Un año más. Realmente lo hice. Lo hicimos, amigos. Superamos otro año de humillaciones, ataques de pánico, iras homicidas y mucha mierDIGO. Pues es la verdad, ¿no?


Hoy les vengo a escribir de qué bonito es terminar un año y de cómo es una excelente excusa para dejar de ser una mierda de persona y realmente ordenar tu vida.
Pero con eso como justificación, también voy a hablarles de mis tonterías, de la mierda que tuve que pasar y de lo que eso me dejó como aprendizaje.






Recuerdo cuando era el 2014, y pensé en que debía hacer algún tipo de blog, simplemente por ganar disciplina y tener un estricto ritual a la hora de escribir. Soy una escritora comprometida y hasta cierto punto, psicótica y perfeccionista, pero también deben saber que soy holgazana, desordenada y muchas veces me dejo ganar por las emociones que en ese momento pueda estar sintiendo. It's not okay. Y por eso inicié este blog, con la esperanza de que me ayudara a mejorar como escritora.

-Alguien me dijo una vez que la única manera de mejorar siendo escritor, es escribiendo más. Creo que fue Stephen King<3-

Puedo decirles con mucho orgullo, que la Charlie Marian que soy hoy, dista mucho de la Charlie Marian que tenía la idea de hacer el blog, la misma Charlie Marian que lo empezó.
Eso es bueno.
El cambio es bueno.

Cambié para bien: Mejoré notoriamente mi redacción (aunque no tanto, porque yo siempre he tenido buena redacciDIGO, ay, es la verdad). Mi ortografía y gramática. Claro, tenía algunos errores, como cualquier otra persona disléxica autodiagnosticada, pero creo que se entiende porque este blog NO es como un libro.
Cuando escribes un libro, primero tienes que planear todo: La historia. Los personajes. Las líneas argumentales. Los escenarios. El trasfondo emocional. La humanidad y la voluntad de los personajes. Rayos, hasta la música y los colores se planean.

Pero este blog era como estornudar.

Nacía una idea en mi cabeza durante la semana y esa idea era la que desarrollaba. O a veces no había cosa de qué quejarme o asunto interesante en mi vida y tenía que escribir de lo que fuera. Como del terror, de la buena suerte, de que no había dormido, o de que estaba tan triste que ni escribir podía.

A Very Charlie Marian Story fue como mi tuiter+tumblr personal.

Estoy muy agradecida y muy orgullosa de A Very Charlie Marian Story. Con todo lo bueno y malo con me trajo, aprendí mucho. Decidí aprender. Decidí ser abierta en cuanto a mis opiniones -aunque nadie me las hubiera pedido-. Decidí ser abierta en cuanto a mi vida personal, en cuanto a mis sentimientos y en cuanto a mi manera de ver la vida.

Para bien o para mal, dejé que ustedes, queridos lectores, vieran a través de mí. Con mis fallas, con mis defectos, con mis torpezas y con mis locuras, ustedes aprendieron un poco más de mí.
Y yo aprendí un poco de esto.

Sé que luego esto se puede malinterpretar -se malinterpretó muchísimo. Incluso me metió en problemas en mi escuela, MEGA LOL-; sé que luego esto se puede poner contra mí, cuando sea famosa y poderosa y la gente curiosa llegue a este blog sencillo.

Quiero que sepan algo:

NO me arrepiento de nada de lo que escribí, ni de nada de lo que sentí, ni nada de lo que pensé o imaginé. Todo eso me ayudó a crecer como ser humano, como alma en busca de la evolución, y como escritora, maestra, alumna y habitante de este mundo. Así que no.




Me gustaría nombrar los diez momentos revelación espiritual de este año, según lo que registré -que pueden ser cosas de nada o cosas verdaderamente delicadas-


10.- Despedirme de alguien a través de este medio: Darren Falso. Ingrid. Diego.

No suelo escribir nombres, porque me parece algo un poco ofensivo para la persona -sobre todo viniendo de mí, que casi siempre son cosas tristes-, pero lo hice. A través de este blog, me despedí varias veces de ellos. Escribí de ellos, sobre nuestras historias, sobre lo que me habían hecho sentir y sobre cómo todo se había ido al caño al cabo de un tiempo. Lo hice.

No me gusta hablar de mi vida personal, porque, ES PERSONAL, pero con ellos hice la excepción, porque pensé que ustedes, mis lectores, podían sacar algo bueno de lo malo que me hubiera pasado a mí. Quisiera aclarar: Ellos NO son experiencias malas.

Son simplemente aprendizajes. Los llevo en mi piel, como una cicatriz. Duele, y a veces pienso que jamás se va a cerrar, pero se convirtieron en parte de mi ser. Eso está bien. Estoy bien con ellos.




9.- Llamar a mis compañeros -ojo, no exclusivo del área escolar- hipócritas cobardes:
Uppps, hash tag sorry not sorry.

Lo hice. Tal vez no de manera directa, pero sí indirectamente me referí a ellos como bestias déspotas. Tal vez, un par de veCOMO 30 VECES.

Lo son. Marqué mi observación, de una manera pasivo-agresiva, pero lo hice. ¿No quieren que piense eso de ustedes? Pues dejen de actuar como si lo fueran y yo dejaré de tratarlos como tales.

Quisiera aclarar -como por billonesíma vez- que NO es personal. No me gusta juzgar a las personas. Casi siempre prefiero dejar que me sorprendan e intento mantener mi mente abierta.

Pero bueno, si mis conclusiones los ofendieron, permítanme reiterarles que SORRY NOT SORRY.

8.- La vez que una amiga me llamó zorra:

Me sigo riendo, hasta la fecha.

Quisiera decirles: A esta chica que se hacía llamar mi amiga, ya no le hablo. A veces me manda mensajes y así, y yo siempre soy muy cortés y todo, pero nopeee.

Y no fue porque me hubiera llamado así, amigos, por favor, no. Me han dicho cosas peores.
Digamos que nuestra amistad llegó a un punto en el que ni ella ni yo estábamos cómodas con nuestra compañía. No está mal, como lo he dicho, todos los ciclos tienen su cierre, pero a ella como que le da cosa pensar que se peleó conmigo y por eso terminamos mal.

No terminamos mal. Terminamos bien, creo yo.

Es gracioso, de verdad, que me haya dicho eso. Pero bueeeeno, life's moving on.


7.-Se acabó Glee:

Holy shit, este año se acabó ;_;

Y bueno, era un pésimo programa. Tuvo buenos inicios, buenas tramas y tuvo un potencial gigantesco, pero lo cierto es que Ryan Murphy, junto a sus dos brujDIGO secuaces, Ian y Brad, dejaron caer el programa.

Tuvimos muy buena música. Tuvimos Monchele, así como Klaine -en sus buenos tiempos-, Brittana, Quick, Tike, Jarley... tuvimos buenos números. Buenas historias. Y recordemos que gracias a ellos tuvimos a Gran Gustin protagonizando The Flash. Tuvimos a Dianna Agron protagonizando con Paz de la Huerta, Bare. Tuvimos a Cory protagonizando películas de todo tipo. Tuvimos a Mathew Morrison protagonizando el musical de Broadway, Finding Neverland. También tuvimos a Lea Michele protagonizando Scream Queens. A Melissa Benoist como Kara Denver aka Supergirl. A Darren Criss salir en American Horror Story: Hotel. Chris Colfer continuando con su larga trayectoria de escritor. También tuvimos a Naya siendo mamá y a Heather siendo madre por segunda vez.
Próximamente tendremos a Amber Riley con su nuevo disco, a Harry Shum Jr. en Shadow Hunters -sí, basado en los libros-, etcétera, etcétera, etcétera.

Estoy feliz, porque fue un buen programa -y porque siendo sinceros, dos temporadas más, no las habría podido soportar-

Así que... Demos las gracias por la buena música que nos dejó, por los malos sabores de boca que provocaron y por las horas de ira que Ryan Murphy provocó con su trolleo intenso por twitter.


6.-La profunda confusión que provoqué en mis lectores en cuanto a mi sexualidad:

OMG, se hizo un revuelo con todo esto, amigos. De verdad. Recuerdo haber publicado una entrada en la que había admitido abiertamente que había tenido una novia y todo el mundo se volvió loco.
Like, no pensé que tantos de ustedes me leyeran con tanta seriedad, pero está bien.

Okey, una al inicio de su vida cree que es heterosexual, porque pues, no te atreves a cuestionar nada y los hombres son en su mayoría lindas criaturas y te puedes ver perfectamente casada con uno de ellos, siendo el amor de tu vida y teniendo hijos como conejos.
Pero luego creces y te topas con fabulosas personas y dices: omg, soy como talentosexual. me siento atraída hacia el talento.
Después te hacen chingaderas y medias y decides pasarte al bando de los asexuales, porque pues, ya me cansé de sus tratos y nadie me merece.

Ok.

Voy a explicarlo una última vez:
No, no me gustan las mujeres.
No, no me gustan los hombres.

El género es lo de menos en que me fijo. No necesitas ser un hombre o una mujer para que despiertes interés en mí.
Es cuestión de inteligencia, de química, de personalidad.
Me siento más atraída hacia la mente de una persona, hacia la manera de ver la vida de una persona, hacia la manera de ser de una persona, que a lo que pudiera tener entre las piernas.

Me gustaba llamarle a eso "talentosexualidad", pero resulta que se llama pansexualidad. Los nombres vienen de más.

Aquí lo importante es que yo me fijo en una persona cada trecientos años, así que déjenlo ya. Estoy más feliz por mi cuenta.


5.-Cumplí 20 años:

Ya sé, ya sé que la edad no tiene nada que ver y chalalá.

Pero en su momento, estaba muy emocionada porque pensé que eso significaba un verdadero cambio en mi vida....

Y lo fue.

No soy la misma que era antes. Actualmente me encuentro en el octavo círculo del infierno (y tiene 100), no hay día en que no deseé mi muerte por momentos y cuando pensé que el futuro podía ser brillante, nunca imaginé que serían los faros de un trailer que estaba a punto de atropellarme.

Discúlpenme. Hago mis penas más grandes y más penosas de lo que en realidad son.

Aún así, estoy un poco feliz de decir que tengo 20 años. Quiero decir, me sirvió porque así pude entrar a ver 50 Sombras de Grey -pinche película culera-.



4.-Mi amiga Blanca se casó, sentí celos por primera vez y me enamoré de un maestro:

Creo que todas esas tres cosas fueron como primera vez: Mi amiga Blanca es una amistad que conservo desde la secundaria. Yo nunca había sido una persona celosa ni insegura, pero me hice una. Y mis sentimientos por los maestros por los que pude haber sentido algo, no rebasaban el sentido platónico de la oración.

Pero sí.

Mi amiga Blanca se casó; antes de eso, me invitó a su despedida de soltera. MI PRIMERA DESPEDIDA DE SOLTERA y no hubo hombrezuelos ;'( khe trizte.
Después me invitó a su boda. FUE MI PRIMERA BODA EN LA QUE ERA AMIGA DE LA NOVIA O NOVIO. Y estuvo increíble, revolucionó totalmente la imagen y el concepto que tenía del matrimonio. O sea, todavía creo que es una locura y si yo lo hago es porque estoy pendejísimamente enamorada o drogada. Pero ahora no me parece tan horrendo castigo... bueno, depende de con quién te cases. Luego terminas como unas amigas que tengo y la neta mejor me quedo a vestir santos por el resto de mi vida.
Luego me invitó a su babyshower. PERO NO FUI PORQUE TENÍA COMPROMISO FAMILIAR.
Me sorprendió que dos meses después de que se casara, resultara con que ya tenía 7 meses de embarazo y holy fuck.

Los celos para mí eran una bobería. Yo nunca había sentido nada de eso por nadie, porque siempre he sido segura en ese tipo de cosas: O sea, si estás conmigo, es por algo y está bien que tengas amigas, así como yo tengo amigos. No te la haré de jamón porque te whatsappees con otra fulana de madrugada o porque salgas con ella, porque yo también lo puedo hacer y si respeto tu libertad, es porque respetarás la mía -a mí me gusta mucho mi libertad-; pero holy shiiit, nada más conocí a Diego y ya, me volví loca y :'(

Los celos no son padres.

Y lo del maestro... bueno... ya saben -o no-. Todavía es un poco temprano para hablar de eso. Quiero aclarar bien mi mente antes de dejarme llevar por una fantasía bonita. Además, creo que ya se están metiendo demasiadas amistades y pues no... no me voy a llevar a nadie de por medio. Yo no hago eso. Yo respeto todo e intento mantener mi vida lo más limpia que se pueda de esos desmadres.

Puedo tener miles de desmadres conmigo misma, pero me choca tenerlos con alguien más.

So... a ver qué pasa. A ver qué se me antoja luego.



3.- Me puse ebria por primera vez:

Una persona que desde su juventud más retoña había jurado jamás probar ni una gota del alcohol porque ella había visto lo que el alcoholismo había hecho con sus tíos, primos y hasta sus propios padres, terminó vomitando vodka por el pasillo de un bar del centro a las tres de la madrugada. Terminó siendo cargada por un amigo, porque ni caminar podía. Terminó quedándose dormida en el asiento trasero de su carro.

No me puse mal, amigos ;_; o sea, sí vomité, y hablé del fallecimiento de mi tío favorito, de que  me había involucrado sentimentalmente con otra chica y de que había intentado matarme dos veces en mi vida.

Pero lo recuerdo bien, o sea, ni siquiera tuve cruda -bendita juventud-. O sea, sí, no podía caminar ni pronuncar la erre, pero...

asshhh, ya no vuelvo a pisar ese bar otra vez u.u



2.- Le dije a Darren Falso que me gustaba desde hace cinco años:

OMG, YA SÉEEEE.

O sea, ustedes leyeron mis mil historias de fantasía con él. Fueron testigos de las muchas pesadillas que tuve con él, de las muchas veces que desperté al borde de las lágrimas y en un ataque de pánico por él. De las relaciones que arruiné por él. De las canciones que le di, del espacio que le regalé a él.

Y por tanto tiempo en el que yo estuve haciéndome nudos conmigo misma porque no sabía si lo que sentía era amor o simple atracción, terminó por darme la valentía para decírselo de frente.

Estaba a punto de enamorarme de Diego, cuando yo recordé que a causa de Darren Falso, mi última relación -de unos meses atrás- se había arruinado, por lo que quise ser una persona clara y hablar con él antes de que pudiera pasar algo más entre Diego y yo.

Y LO HICE, OMG.

Hablé con él, lo cité en un lugar y llegué tarde, corriendo y despeinada, COMO SIEMPRE. Me quise morir. Pero él ahí estaba, esperándome y casi me doblego ante él porque holy fuck, cuánto me gustaba ;_;

Le dije lo que le tenía que decir; que estaba por enamorarme de otra persona, pero que tenía que confesarle que me había gustado por los últimos cinco años y que pues,.. yo tenía la necesidad de sentir que avanzaba, para que la sombra de su recuerdo no me fuera a arruinar esto que estaba creando con alguien más.

Él se me quedó viendo como: WHAT THE FUCK???
Casi me cago de risa, debieron ver su expresión...
Luego él me preguntó que porqué no le había dicho nada y yo le había respondido que porque éramos tan diferentes, que pensé que nada sucedería entre nosotros.
Okey, hasta ese momento, su sorpresa se volvió desagrado. Claramente no le gustó que le hubiera dicho que éramos diferentes -pero lo somos. como agua y aceite-

Y bueno, me acuerdo de eso y me da risa. No sé de dónde saqué la locura y la valentía para hacerlo.

Pero lo hice.

Y no me arrepiento.

La historia finaliza en que dos semanas después, él me marcó cuando yo estaba en el cine con mi amiga Ale<3. Luego me marcó al siguiente domingo.

No contesté ninguna de sus llamadas.


1.- Me morí en vida, por primera vez:



Así como viví, también me morí una vez.

Supongo que es la primera vez, porque jamás había sentido tan -perdón por la expresión, pero ni modo- culero.

Sí, antes había pensado que había sufrido, como cuando rompieron mi corazón por primera vez, cuando un hombre rompió mi corazón, cuando mi primera mejor amiga me mandó al diablo cuando tenía trece años, cuando había perdido a Frida, mi perrita. Cuando me cambiaron de primaria. Cuando se había muerto mi tía favorita a causa de una enfermedad horrible...

Ahora, lo que siento desde noviembre, es incomparable. No hay día en que no me despierte suplicándole a Dios que me lleve ya.

Hay días en los que siento mucho mucho mucho dolor.

Hay días en los que no siento nada en absoluto y eso a veces termina asustándome.

Una parte de mí se murió con él. Una parte de mí se fue con él.

Porque él era una parte de mí.

Y bueno, el resto de mi ser, de mi cuerpo, de mi alma y de mi espacio sigue aquí, en este plano existencial, respirando, y funcionando como cualquier otro. Pero lo que se quedó aquí conmigo es algo triste y... ya saben, la tristeza es adictiva para mí.




No todo es malo. Tengo fe de que aprenderé a vivir así y cuando menos me lo espere, todo estará bien.

Por mientras, me toca volar debajo de la lluvia, como Kiky :(



Eeeeen fin.

Una vez habiendo repasado mi inestable año, lo único que quedan son conclusiones:


Conclusión:

Ama mientras puedas. Aprovecha el tiempo con quienes quieres. Estáte en el presente. Abre los ojos y mira lo que te rodea. Canta lo que quieras cantar. Baila lo que tengas que bailar. Atesora esas amistades, que están ahí. Atesora a esos familiares, que están ahí. Atesora a las criaturas de Diosito, que están ahí. Atesora el tiempo, la comida, el vino, la marihuana, el frío, el viento de otoño, la lluvia fría, el calor bochornoso de mayo. Atesora los mosquitos, las abejas y las orugas. Atesora cada elemento del día y cada componente de la noche.

Atesora tu insomnio, tu sueño. Atesora tu hambre, tu saciedad. Atesora la ira, y atesora la alegría. Atesora la calma y atesora el terror. Atesora la tristeza y atesora la melancolía.

Atesórate a ti mismo, porque no hay ser más importante en tu mundo que tú. Quiérete. Rodéate de buenas personas. Diles que las quieres, hoy, en este momento.

Porque el mañana no es seguro, ni el ayer una promesa.

La vida es hoy.

Vívela hoy.

No cuando acabes la carrera. No cuando tengas novio. No cuando tengas dinero. No cuando tu pareja te de permiso. No cuando a tus padres les parezca. No cuando "tengas tiempo".

Es hoy.

El hoy es lo único que tenemos.



Sorry si hice este post muy largo. Estoy desde las siete y media escribiéndolo... espero lo hayan leído todo -o no, si les da flojera, NO SEAN FLOJOS Y LÉANLO TODO-.

Este es el último post de A Very Charlie Marian Story... pero no de mí.

El próximo año regreso con A Very Charlie Marian Story: The Edge Of Clumsiness, la segunda parte de este blog. Qué nervios. Ya quiero ver qué chingaderas me va a lanzar la vida esta vez.

También, abriré un blog escrito estrictamente en inglés: Cereal Con Yogurth  de Fresa. A ver qué piensan, a ver qué me pueden leer y comentar... jajajajajajaa, pero sin reírse, porque mi inglés no es muy bueno.

Tengo este propósito de leer un libro, ver una película, terminar una serie y escuchar un disco cada quince días, así que mis recomendaciones y comentarios de este reto estarán retratados en Sensaciones de Media Noche, un blog de... pues, de esto.

Para continuar ejercitando mi vena creativa, escribiré 13 Historias de Fantasmas -un cuento a través de los ojos de la muerte- y WITCHES, una historia sobre brujas del México actual.

También para aportar a la sociedad -más de lo que ya hago- abriré un blog en tumblr con 365 Poemas A Dios. Son razones para que no te mates, puesto que el suicidio fue un tema muy relevante y recurrente en mi mente este año.

Sería una pena que te suicidaras, sin que me hubieras dado chance de hacerte cambiar de opinión.

Y... bueno, creo que es todo, amigos.

Espero que el año que viene sea genitl conmigo, porque yo siempre soy buena onda con los años que pasan.

Lo que pasó en el 2015, se queda en el 2015.
Las personas del 2015, se quedaron en el 2015.
La Charlotte Marian del 2015, se queda en el 2015.

Pero lo que aprendí en el 2015, se viene a mi costal de aprendizajes, conmigo.

Buenas noches y feliz año nuevo.



viernes, 18 de diciembre de 2015

La Navidad Que Se Robaron






La navidad siempre me ha parecido algo triste. Hay cierta melancolía que vuela en el aire que me hace pensar en lo que dejé atrás. El frío que me envuelve me recuerda que el calor de algunas personas no está más aquí. Hay algo en el tráfico, la multitud y la preocupación de las demás personas que me hace pensar que realmente no somos nada más que seres insignificantes intentando hallarle sentido a la vida, a través de encontrarle un propósito a lo que hacemos.

Es algo depresivo, por supuesto. A veces pienso en las personas que tienen frío, que tienen hambre y que no pasarán una navidad. A veces pienso en que hay más cosas tristes que alegres en las festividades de invierno y entonces me dan ganas de matarmDIGO de encerrarme en mi cuarto y salir hasta el siete de febrero.

Bueno, pero soy yo y según lo que he leído, está comprobado que los indíces de depresión se elevan en la generalidad de la población por estas fechas. Ah, y también se suelen separar más parejas, so... watch out, friends!


Esta entrada no es sobre lo depresivo que puede resultar el clima y la aglomeración de personas en centros comerciales buscando regalos.

La navidad es bonita, es buena.

O sea, sí, haciendo de lado el clima tan horrible -a mí no me gusta el frío, aunque sé que a la mayoría de las personas lo prefieren al calor, pero allá ustedes-, y las confusas ofertas en la comida y los regalos, la navidad es bonita.

Es una excelente razón para que se junte la familia, los amigos. Para recordar lo que pasó durante el año, agradecer lo que tenemos y para rectificar nuestro compromiso como humanidad.

Pero, desde hace unos años para acá, me vengo dando cuenta que la navidad ha estado cambiando y ha dejado de representar el nacimiento de un Jesús de Nazaret y se ha convertido en un circo INSUFRIBLE.







Todo empieza cuando tienes diez años.

Te encuentras a ti misma en tu cuarto, luchando contra esas detestables botas cafés acolchonadas, sufriendo porque a tu cabello le aparecen miles de nudos por cualquier a causa del frío, y debatiéndote entre morir aplastada por aquella chamarra gigante que pesa más que tú, o morir congelada allá afuera, en las calles de la ciudad, a las dos de la madrugada.

Estás emocionada y nerviosa.

Verás a tu familia reunida -en este caso, la familia de tu madre- por completo. Todos aquellos primos y tíos que viven fuera del país, regresan esta noche. Todos aquellos primos y tíos que viven en otras ciudades, estarán sentados aquí. Y todos aquellos primos y tíos que casualmente ves en cada fiesta del año, aseguran su presencia ahí.

Estás emocionada y nerviosa.

La comida nunca ha sido tu fuerte. Dentro de tu corazón, está la inevitable queja sobre comer pavo. Los romeritos no son mucho de tu agrado y ¡Y, vaya, la ensalada de manzana jamás te ha puesto buenos ojos!

Ni pex. La vida continua y le echas ganas con cada pedazo de pan que te metes a la boca.

Luego están las bebidas, pero como tienes diez años y has visto de cerca los estragos y consecuencias del alcoholismo, decides que nunca en tu vida vas a probarlo, ni a caer en eso, porque tú eres más inteligente que el promedio de las personas. (Aunque es mentira, porque después cumples quince años y lo pruebas. Determinas que no es para ti, pero una vez que cumples dieciocho, comienzas a tomar con una frecuencia relativamente aterradora para una persona que juró jamás ser alcohólica)


Saludas a todos de beso, incluso aunque no te agraden del todo, incluso aunque NI TENGAS PUTA IDEA DE QUIÉNES SON. Los abrazas. "Sí, estoy bien, gracias", respondes. Finges sonrisas y esperas por dentro que nadie te saque plática de los adultos, porque no sólo los adultos te mega incomodan, sino porque tu introvertido ser está más cómodo estando solo.

Rezas un poco. Brindan un poco. Y seguimos con los regalos...

Qué emoción. Esperas que te den exactamente lo que pediste.

Alguien dice tu nombre y te acercas tímidamente al primo/a que tiene una bolsa llena de colores. Se ve abultada. Parece ser que sí te regalarán esa barbie/jueguete/libro/artefacto que tanto pediste.

Es una barbie, ¡Yay! Pero además de eso, ¡Una chamarra! Qué increíble regalo. Muchas gracias, primo/a.

Das tu regalo y el que recibe, te agradece, te abraza y posan para las fotos.

Todo se vuelve revoltoso después de eso, ya que lo que verdaderamente te interesaba era saber si conseguirías de regalo lo que habías imaginado.

En buenas navidades, así era. En malas navidades, no era tanto el caso.

Pero una vez teniendo tu preciado objeto en manos, lo abrazabas y decías mentalmente: "Bueno, aquí se acaba mi navidad. Fue una adorable navidad. Bye".





Okay.

Siéntanse libres de juzgar mi navidad y mi pensamiento y mi rutina de navidades cuando era una niña. Yo fácilmente puedo justificar mi materialismo con mi edad y mi condición humana.

Si realmente entienden las cosas, no me juzgarán.
Si no las entienden, está bien que me juzguen, no me molestaré.


¿Qué se puede decir?

Me encanta la navidad. Para mí representaba un tiempo de PAZ -porque no había clases y podía levantarme tardísimo y ver la tele y jugar con mi hermana y mi prima y ser libre y chalalá-, un tiempo de consideración hacia las personas ajenas -porque nos dábamos regalos entre nosotros-.

Pero, ¿Realmente eso es la navidad?


¿La navidad se sustenta en regalos lujosos, comidas costosas y abrazos hipócritas?





Cumplí quince años y comencé a inquitarme por esto.

¿Se trata de esto? ¿La navidad es un día al año? ¿Es todo?

Arreglarme, saludar, comer y recibir regalos.


Digo, tampoco es como si esperara una misa de mil horas, hincada ante el santísimo (?, u orando por los pobres que no están celebrando.
No espero que entonces, todo se le dé un sentido religioso. O sea, sí, ya sé que es el nacimiento de Yisus en el pesebre, con María y José, los burritos, las vaquitas, los pastoricitos pobres y los tres reyes magos que viajan para llevarle regalos por su nacimiento. -Regalos algo inútiles para un recién nacido, si me lo preguntan-

Ya, sí me sé esas historias. Que José se lleva a María porque Herodes manda matar a todos los niños y decide llevarla a su lugar de origen, en Belén. El Ángel (¿O Arcángel?) Gabriel les avisa y chalalá chalalá.

Pero, qué.

O sea, eso qué.

¿En qué parte de la historia, el humano perdió poquito el camino, y decidió que celebrar el nacimiento de Yisus sería a través de cenas costosísimas, usando abrigos y botas de pieles, sonriendo y fingiendo que quieres a todo el mundo y luego poniendo mala cara porque en el intercambio alguien gastó menos de lo que tú gastaste?





La navidad dejó de representar un momento de paz para el mundo y se volvió todo en materialismo puro:

Comprar los mejores regalos, para quedar bien ante los demás.
Comprar los mejores abrigos, vestidos, botas y corbatas, para quedar bien ante los demás.
Comprar la mejor comida, para quedar bien ante los demás.
Poner la mejor sonrisa, la mejor actitud, y el mejor perfume, para quedar bien ante los demás.

Y es todo. Se acabó.

Cuando somos niños, no nos importa mucho, porque vamos, así nos criaron. Con esa creencia. Al menos en mi caso, sí.

Aprender a agradecer lo que tengo fue tarea mía de mí y mirar a mi alrededor para darme cuenta de la mucha gente que sufre, también lo fue.


Me gusta pensar que no soy una persona materialista. No lo soy. Realmente a mí no me importan ese tipo de cosas y no sólo porque no tengo habilidad para las tecnologías o habilidad para conservar las cosas finas.

No tengo el mejor celular, ni me preocupa tenerlo. No tengo la mejor computadora ni me preocupa tenerla. No tengo la mejor impresora, no tengo la mejor ropa ni los mejores zapatos. No tengo ni siquiera las mejores ediciones de mis libros y/o mis discos y no me preocupa no tenerlo.
No.

O sea, son cosas.

Y tal vez porque nunca me ha sobrado nada, pero tampoco me ha faltado nada. No me interesan en lo más mínimo, como lo he escrito anteriormente.

Y no me importaba que la navidad se tratase de eso; si con ello mis padres, mi hermana, mis amigos y los demás eran felices, pues por mí estaba bien. No iba a ser su grinch.


Pero he llegado a un punto en que me está afectando.




Yo sé que es tiempo de juntarse con la familia y entrarle a los intercambios y a la comida y estar felices porque tenemos vida y eso, y hay que agradecer lo que tengo, pero siendo sincera, desde hace unas semanas estoy pasando por un verdadero infierno y a veces pienso que no la voy a contar...

¿De verdad creen que tengo ánimo de siquiera salir a Centro Max a buscar un regalo para alguno de mis primos que sólo veo cuando alguien se muere o es navidad o alguien se casa?

¿De verdad me ven con cara de enfundarme mi mejor vestido y alisarme el cabello?

¿De verdad me ven con la energía suficiente de ir por esa noche abrazando a diestra y ziniestra a un montón de cuerpos, cuyas mentes disto miles de año luz de siquiera reconocer?


Noooopeeeee.

Ahorita estoy en una etapa de mi vida oscura, fría y realmente estoy levantándome todos los días deseando mi propia muerte. Siento que me arrancan los órganos por dentro y esta desesperación y confusión que insisten en cavar hoyos en mi salud mental me están cobrando factura.

No.

Sé que es Navidad y sé que debería regresar a lo que hacía antes, cuando tenía diez años, pero ya crecí. Ya abrí los ojos y sé lo que quiero.

Quiero que no me jodan porque no me place entrarle a los intercambios, ya sean familiares o de mis amigos. -porque me pusieron mala cara cuando comenté en mi salón de que yo no quería participar en el intercambio-

Quiero que no me jodan porque no me place ir a una comida navideña que cuesta 200 pesos, cuando ni siquiera hay garantía de que exista algo que yo pueda comer.

Quiero que no me jodan porque falto a sus posadas, porque soy renuente a salir ciertos días con los amigos/parientes a convivir.

Quiero que no me jodan porque me tomo mi tiempo para reflexionar, para hallar fuerza en mi misma, en la deidad dentro de mi y en el universo que me rodea, para salir adelante. Para agradecer lo que tengo.

Hoy, ahorita, me está costando mucho más trabajo del habitual encontrar la luz en las cosas, en las personas, en las situaciones, en los sentimientos y en mí misma. Es difícil ver las cosas buenas, cuando mis ojos están tan llenos de lágrimas que ni siquiera puedo ver por dónde camino.



Quiero una navidad chingona.

Quiero una navidad en donde pase toda la noche repartiendo comida y cobijas a los pobres. Quiero una navidad en donde reparta juguetes a los niños de la calle. Quiero una navidad en donde esté escuchando las historias de los ancianos de los asilos. Quiero una navidad en donde le esté enseñando a los niños de los orfanatos villancicos en lenguaje de señas y contándoles cuentos. Quiero una navidad acogiendo a los animalitos de la calle, dándoles comida, un baño y un techo, aunque sea momentáneamente.

Quiero una navidad chingona, en donde no tenga que preocuparme por si compré el regalo ideal, por si me darán lo que yo quiero, por si mi falda no me hace ver como puta, por si mi cabello se mantendrá en su lugar toda la noche, por si me preguntan por el novio o mis cosas privadas- porque yo sé que lo hacen y déjenme reiterarles que mi vida personal es PERSONAL y es mía-, en donde no tenga que preocuparme por no entender los chismes familiares, en donde ni siquiera me duela ver asientos vacíos en la mesa.

Quiero una navidad donde pueda ser yo.

Donde pueda realmente inspirarme a agradecer lo que tengo. Donde pueda realmente ser feliz, llenarme de luz y de fuerza, para continuar con mi vida.

Quiero una navidad chingona.

Quiero una navidad con Ángel, con Ale, con Yazmín, con Memo, con Roberto, con Joseluis, con Jazmín, con Nuncio, con Kevin, con Karla, con Estefanía, con Diego, con José, con Marian, con Guillermo, con Asha, con Carlos, con Diana, con Diego, con Ingrid... ya saben, con mis amigos más cercanos. 
Quiero una navidad con mi prima Priss, quiero una navidad con mi tío Javier.
Quiero una navidad con Doña Petra ("mi" elegantísima gata), con Puchín (perro de mi abuela -que en paz descanse. Mi abuela, no el perro. Puchín sigue vivo) y con Solovino (perro mega simpático y súper popular por el Coecillo).

Quiero una navidad con mi música, con mi comida, con mis creencias.

Quiero una navidad conmigo misma.


Y entonces, es 18 de diciembre y estoy sentada en mi comedor, escuchando música navideña de Glee por Spotify, pensando en que tengo muchas ganas de comer pizza y tomar vodka.

Tal vez nunca he tenido ese tipo de navidades y quizás es por eso que las deseo tanto. Pero vamos...

Tengo 20 años. ¿No es tiempo ya de que comience a disfrutar mi vida?

Eso debería empezar ya, iniciando con las festividades...

Que la navidad deje de representar un momento de verdadero estrés financiero para todos. Que la navidad deje de representar verdaderas escenas de telenovelas al verte obligada a soportar a alguien a quien no soportas. Que la navidad deje de representar un comercial estúpidamente elitista y racista de Liverpool. Que la navidad deje de representar un tráfico en la ciudad, un peligro con el alcoholímetro y una razón para llorar.

Que la navidad saque lo mejor de nosotros y que eso mejor, dure todo el año.
Que la navidad nos recuerde lo que perdimos, sí, pero también lo que ganamos.
Que la navidad nos junte, tal vez no físicamente, pero sí espiritualmente. 


Que la navidad que se robaron, regrese. ¡Mejor! 

Que la navidad que se robaron, NOSOTROS la recuperemos. 



viernes, 11 de diciembre de 2015

De Discapacidad e Intercambios Navideños






Muchos de ustedes se estarán preguntando qué diablos tiene que ver la discapacidad con los intercambios navideños o cuál es la relación.

Bueno, a estas alturas del año deberían saber que me encanta elegir títulos mega extraños a las cosas que escribo. Este blog, por ejemplo.



Pero a lo que vamos: Hoy fue mi último día de prácticas en el CAM Anne Sullivan.





Para las personas ajenas a la carrera o siquiera la cultura general, un CAM es un centro de atención múltiple; en pocas palabras, una escuela "especial" para gente "especial". Son escuelas para niños con una o diversas discapacidades, que por ye o zeta razón no están en una escuela regular equis.

Estuve dos semanas yendo a esta escuela, con mi grupo de primero,segundo y tercer grado de primaria. Su discapacidad era la auditiva y yo estuve dando matemáticas, cívica y ética y educación artística.


Durante estos tres años que llevo en la carrera, ya había tenido un cierto acercamiento a mi trabajo. Había ido a practicar con un grupo de 40 niños de cuarto de primaria en mi tercer semestre y en cuarto semestre fui a un grupo de 43 niños de quinto de primaria (siempre me tocaron grupos numerosos, i dont know why); pero claro, ellos eran niños de escuela regular, mis planeaciones eran de una sola materia e iba exclusivamente una semana.

Ahora todo fue diferente.


Fui a un CAM, a un centro de mi verdadero trabajo. Conviví durante DOS semanas con estas criaturas y lo importante: APRENDÍ otro sistema de comunicación, porque bueno, teniendo discapacidad auditiva, el lenguaje de señas es la opción para la expresión personal y global.

Sí, yo había asistido a cursos de LSM, y en mi escuela, hay un par de talleres y materias con esta temática, pero es como en todo. Es como inglés en las escuelas públicas: Una vez a la semana y te voy a enseñar palabras sueltas.

Obvio sabía un poco, tenía mi apodo y algunas palabras, pero de eso, a realmente dar una clase de cívica y ética en LSM es un mundo de diferencia.

No les mentiré, cuando mi compañero me dijo -porque vamos en binas- que nos había tocado esa escuela, yo por dentro quise gritar. "¿Pero cómo? ¡Yo no sé nada de nada! OMG. No sólo voy a decepcionar a los maestros, sino que voy a decepcionar a mis padres, a mis amigos, a mis compañeros, a los niñitos y a mí misma".

Creo que todos mis compañeros estábamos emocionados porque iríamos a un CAM por primera vez -a practicar- pero yo realmente estaba preocupada. De verdad, mi LSM de entonces era torpe, era tosco y muy suelto. No podía formular oraciones completas de una manera decente.

Mi LSM, que "estudié" durante un año y medio, más o menos, era el equivalente a mi japonés de tres semanas.

Igual.

Sabía presentarme. Sabía decir mi nombre. Sabía el abecedario y algunos números.

Y eso era todo.

¿Realmente estaría capacitada para ir a una escuela, a un grupo de diez niñitos, a darles clases. a enseñarles lo mejor de la vida?




Pues, no sé si lo estaba.

La primera semana -de hace un par de meses- me sentí como cuando Tarzán quiere ir a Inglaterra por Jane y después se arrepiente y entonces Cleiton los atrapa y los encierra en el sótano del barco y bueno... ya se saben la historia.

Al principio me emocioné, pero después me entró una ansiedad increíble. Ansiedad con emoción. Como cuando estás haciendo algo indebido pero se siente padre. Como cuando estás haciendo algo que te divierte, pero no estás segura de cómo va a terminar. Así me sentía.

Como si cerrara los ojos y me lanzara de un avión con un paracaídas... ¿Y se abriría mi paracaídas a tiempo para salvarme?


Mi paracaídas de LSM se abrió cuando ya casi estaba por estrellarme contra el suelo frío de concreto. Claro, ustedes pueden alegarme que es una historia diferente, pero el sentimiento es casi el mismo.

Mi práctica determinaría mi futuro. Si realmente me gustará lo que estoy haciendo, si realmente soy buena en lo que estoy haciendo, si realmente tengo lo que se necesita, si realmente obtengo lo que estoy esperando...

Me preocupaban las calificaciones que me darían -porque sí, mientras tú das clase, un maestro tuyo va equis día, sin anunciarse, y entra a ver cómo das tu clase. Y te califica toda la semana por un solo día, so... sí, estresa un poquito- por mi práctica, pero me preocupaba más yo misma.

¿Y si resultaba ser taaaan mala, que terminaría tan frustrada y decepcionada que me suicidaría al cabo de un tiempo?


Pos no me maté, y creo que eso es bueno.

Esa primera semana, el primer día, sí me sentí mal conmigo misma pero quise pensar que un mal día no determinaría mi semana, mi entusiasmo.

Porque como yo les he dicho, y he escrito muchas veces aquí, le tengo mucha fe a esta carrera.

Es la mejor coincidencia que me ha pasado en mis 20 años en este planeta.





Ahora estuve dos semanas. DOS SEMANAS.

Y todo lo que puedo decir es que me siento bendecida por la vida, por Diosito y por Buda e incluso Satanás está alzando su pulgar en señal de aprobación.

Si bien, sé que siempre puedo mejorar, nunca voy a llegar al tope de mi capacidad sino hasta que me muera y eso, lo disfruté muchísimo. Aprendí muchísimo. Y me dio muchas más ganas de seguir en esto, de seguir viviendo y de seguir estresándome siete horas sentada como un mueble en aquella escuela que me está dando la formación -y los elementos documentales- necesarios para tener mi título.


Antier hice una encuesta que me mandaron a hacer en la escuela. Una de las preguntas rezaba que si me lamentaba por haber elegido la docencia. Tuve dudas en cómo responder, porque yo me lamento de todo por momentos.

Pero ahora sé con seguridad, el cien por ciento de mí misma está en el mismo bando en esta cuestión: NO ME ARREPIENTO.

Si bien, esta experiencia pudo ser aterradora, realista, dura y hasta cierto punto traumática, no me arrepiento.

Aprendí como no tienen idea LSM, aprendí mucho de los niños, de los maestros, de mi compañero, de los padres de familia, de mí misma...


El mundo cambia cuando ves a través de los ojos de los niños. Cualquier niño. Con discapacidad o no. Con cualquier diferencia.


Siempre he creído que la discapacidad es sólo un estilo de vida. Punto.

Todos somos diferentes. Eso de que dicen de "capacidades diferentes", o sea, nel. Todos tenemos capacidades diferentes, tengas o no discapacidad.

Aunque todos podamos ver -sin lentes- no todos vemos lo mismo, o vemos con la misma claridad.


Los estilos de vida son lo más notorio de una persona; una sexualidad diferente, una preferencia, una creencia, una "discapacidad"... Todos son estilos de vida.

Y nosotros no podemos criticar estilos de vida, porque cada quien vive la suya como mejor le plazca.
Quisiera dejar en claro que los estilos de vida NO son elegibles.


Así como Oscar Wilde no eligió ser homosexual, Beethoven no eligió desarrollar la sordera, y yo no elegí ser vegetariana -o sea, dejé de comer por mi propio pie, pero me refiero a que no elegí escuchar los aullidos de verdadero horror de los animalitos cuando veo un producto de origen animal-, Isaac Newton no eligió ser ateo.

Los estilos de vida no se eligen. Tú no eliges pensar lo que piensas. Tú no eliges creer lo que crees. Tú no eliges amar a quien amas. Tú no eliges sentir lo que sientes.

Así que me parece idiota, retrógrada y hasta cierto punto utópico, criticar a los demás por cómo viven.

Muy su problema, ¿No? ¿A ti en qué rayos te va a afectar?


Y entonces, nos vemos en la penosa necesidad de explicarle a nuestros conocidos que no es lástima lo que te mueve para dar clases a los niños de CAM. No es compasión. No es paciencia. No es "mandato divino".


Es amor.


A mí me mueve el amor que le profeso a todas las criaturas bellas de la creación divina del universo. Nada más. Nada menos.

Amor.

Amor para un niño con discapacidad auditiva, así como un niño que escucha regularmente. Amor para un adolescente con síndrome de down, así como por un niño de tres años pelirrojo y con muchas pecas.

Amor indiscriminado.








Un día de regreso a mi casa, pensé que la vida  -así como los estilos de vida-, son como los intercambios navideños.

Le entras con toda la intención de conseguir algo que te guste, algo padre, pero al final -muchas veces- te toca algo mega chafísima o algo que no te gusta, o algo que no entiendes.

Pero ni modo de regresar el regalo.


Siento que mi vida es como un intercambio: Me esmero en dar lo mejor de mí -en este caso, monetariamente- y no me importa tanto lo que me vayan a dar. No me hago ilusiones; lo que verdaderamente quiero yo nadie me lo puede comprar y dar, aun así, mantengo una buena actitud en recibir lo que sea que alguien haya elegido para mí.

Está bien. Los intercambios son bonitos.

No se trata tanto de los regalos, se trata de cuánto te conoce aquella persona, de cuánto le importas y de cuánto está dispuesta a dar.

Ha habido gente de mi pasado que ha intentado comprarme con regalos caros, regalos exclusivos y regalos muy específicos para mi gustos, sabiendo que por encima de un libro de Stephen King, de un disco de The Jonas Brothers, de un buen par de calcetines kawaii, está el tiempo, atención y las observaciones con buena intención -aka, cumplidos-

Me gusta que me regalen libros y libretas, pero me gusta más cuando alguien me regala de su tiempo para hablar de los libros que ya tengo.

Me gusta que me regalen discos de mis bandas favoritas, pero me gusta más cuando alguien me invita a salir para escucharme cantar.

Me gusta que me regalen accesorios como calcetines, tines, etc, pero me gusta más cuando alguien me regala ese sentimiento de calidez dentro de mi ser.

Me gusta cuando alguien me compra un regalo.

Pero me gusta más cuando alguien me regala un pedacito de su ser.



Así que como ven, yo no tengo mala percepción de los intercambios. Al contrario, me parecen mágicos y me parece que hablan mucho de las personas, aunque nunca se deben tener excusas para hacer un intercambio.

Los intercambios son bienvenidos en cualquier época del tiempo.


Con respecto a este año, me ahorraré ese gusto.

No pienso participar en algún intercambio.


Ya lo pensé bien y decidí que estoy demasiado triste y abstraída en mi propio dolor como para buscar algo material que regalar.


Les puedo regalar un pedacito de mi corazón, pero sólo eso.

Y no, no espero nada a cambio. No necesitan regalarme algo.

Por su atención, gracias.







viernes, 4 de diciembre de 2015

No De Esa Manera





Quería hablarles esta semana de la discapacidad, ya que recién terminé la primera parte de mi práctica en el CAM "Anne Sullivan", pero decidí que sería mejor dejarlo para después. Estamos pasando por una etapa oscura y pienso que la sensibilidad de muchos podría estar a tope esta noche.

Al menos la mía sí.




Cuando tenía cinco años y -y podía leer con una decencia más o menos justa para una niña as(s)- estaba en el preescolar, no entendía porqué debía jugar los mismos juegos que mis compañeros, o porqué debía conformarme con hacer lo que las maestras querían que hiciera. Por lo general, una vez que terminaba mi trabajo, me podía a joder a mis compañeros -Porque, pues, soy charlie marian y puedo hacer lo que se me venga en gana-; cuando las maestras querían convencerme de jugar con algo del salón, por alguna razón elegía los libros del rincón de lectura o como se llamara en ese entonces.

Elegía un libro con la portada más llamativa, me sentaba en el suelo y me disponía a leerlo. Podía pasar bastante rato entretenida leyendo libros, a mi tierna edad de cinco años. Desde entonces, descubrí la lectura como terapia ocupacional para mantenerme alejada de mis tendencias destructivas.

Bueno, no es el punto, pero lo que quiero decir es que la vida se ha sentido diferente a como me han dicho que se siente.

No, no es mi complejo de única y especial esta vez. Es sólo mi opinión.

No quería a los niños ni a los juegos como se suponía que debía, para tener mi edad. No de esa manera.

Cuando tenía seis años e hice mi primer amigo, con el paso del tiempo, él comenzó a sentir algo por mí. Algo más tirándole al tomarme de la mano, darme besos en el cachete, darme paletas de la tiendita, escribirme cartas con faltas de ortografía y corazoncitos con pluma roja y andar por la vida diciendo que yo era su novia.

Yo lo quería. Claro, eso no lo niego. Lo quería mucho. Nos llevábamos bien, a veces peleábamos, pero nos queríamos. Al final del día, terminábamos por entrelazar nuestras piernas por debajo de la mesa -sin el sentido sexual de la escena, eh-. Yo lo quería.

Pero no de esa manera.

No quería tomar su mano. No quería besarlo. No quería sus dulces ni sus cartas. No quería decir que yo era su novia ni que él era mi novio.

Yo quería su compañía, pero eso era todo. Nada más ni nada menos. Sólo que él estuviera ahí conmigo.

Lo comprendió después de un tiempo de andarlo rechazando indirectamente. Al final, se resignó a que sólo seríamos amigos.

Porque, bueno, yo a los seis años andaba descubriendo que los reyes magos son los padres, que mi profesión sería ser maestra Pokemón, y que con el único hombre con quien me casaría sería Goku.









Así se me ha ido la vida.


La gente diciéndome que debería sentir, hacer o pensar tal cosa, pero nunca he podido hacerlo.



Cuando me enamoré por primera vez y me rompieron el corazón por primera vez , caí en cuenta que no todos piensan y sienten lo mismo. Me tardé cerca de siete años en reconocer que eso no era mi culpa.



Por lo general, no suelo corresponderle a la gente. O mejor dicho, les correspondo, pero nunca como ellos quieren.


Pasé mucho tiempo sintiéndome mal conmigo misma por no sentir lo que ellos querían que sintieran.

Pasé mucho tiempo odiándome a mí misma por no haberle correspondido a un novio que tuve en la secundaria y en la preparatoria. O sea, sí lo quería, pero no tanto.

Pasé mucho tiempo odiándome porque mi profe de química no me quería como yo lo quería a él. (khé trizte)

Pasé mucho tiempo odiándome porque no podía elegir mejores amigos, aún cuando ellos me elegían a mí como mejor amiga.

He pasado mucho tiempo odiándome, enojándome conmigo misma, por mi incapacidad de corresponderles a los demás como quieren que les corresponda.

Y pasaba mucho tiempo quejándome porque no me correspondían como yo quería.





Ahora, en este momento, estoy en una situación de riesgo.

Yo me pasaba mucho tiempo reclamándoles a mis ex que ellos no daban un paso sin huarache, que tenían que aventarse a lo desconocido sin esperar algo a cambio.

Pero ahora lo estoy haciendo.

Estoy en esta situación:

En el borde de un acantilado, con el corazón fijo al otro lado del vacío, y con los ojos puestos en la nada que hay debajo de mis pies.

Si salto, me puedo caer.

Si no salto, me voy a estancar.

Si salto, puedo llegar al otro lado y no sé qué encontraré.



Y tengo miedo, mucho miedo.


¿Para dónde me muevo? ¿Cuál será mi mejor movimiento?

He pasado las últimas semanas teniendo en mente que lo más sensato e inteligente que puedo hacer, es no dar un paso a menos que vaya sintiendo algo concreto.



Pero no.

Me parece algo hipócrita y algo cobarde. Hablando con varias personas, logré llegar a mi conclusión:

Voy a aventarme; voy a averiguar lo que hay del otro lado, y si caigo en el intento...

Pues bueno. Podré decir "al menos lo intenté".


Aunque claro, voy a tener mis precauciones.

No voy a atarme a alguien que NO conozco.

No voy hacerme ilusiones e ideas estúpidas con alguien que no sé qué pex con su vida.

No voy a detenerme de salir con la gente por temor a que me malentienda o por temor a espantarlo o a que sus sentimientos sean heridos.

No voy a esperar nada de nadie.

Y por último:

No voy a darle el poder para salvarme.

Porque yo me voy a salvar solita; yo voy a salir adelante solita y porque si realmente algo sucede, va a ser porque ambos queramos, no porque ambos lo necesitemos.








Y no voy a agüitarme -al menos, no tanto-, en caso de que si me dice:


"También te quiero, Mariana, pero no de esa manera".