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viernes, 16 de octubre de 2015

Porqué Decidí Ser Maestra



Cuando tenía siete años, escribí mi primera historia, se llamaba: "Todo en la vida es desgracia" (Un título no muy original, ni muy llamativo y ciertamente, algo perturbador y psicótico para una tierna niñita de siete años, pero ok). Me aventé fácilmente treinta y cinco hojas.

Claro, no es una historia muy buena. Tiene muchos agujeros en la línea argumental, mis dotes de redactora apenas y nacían y, bueno, ¿Qué les puedo decir? Siempre he sido perfeccionista en mi arte y cambié varios escenarios, personajes y situaciones, cerca de cuatro veces. Para cuando terminé, le cambié el nombre a "NO todo en la vida es desgracia".

Mega lol, porque sí lo esDIGO NADA.

Entonces, desde que tenía siete años, en mi mente me visualicé en el futuro como una escritora exitosa, talentosa y mega adorada -nótese mi vena narcisista-. Supe que ése sería mi destino, que a eso quería llegar. Y durante estos últimos trece años consecuentes a eso, no he cambiado de idea.

Escribir está en mi alma, es lo que le da fuerza a mi sangre que corre por las venas, es lo que me impulsa a abrir los ojos cada mañana y es lo que me mueve.

Creo que eso se entiende.

Pero nunca he considerado esto como un trabajo. Como un... quehacer. Como un algo que debo hacer, algo a lo que le encuentre sentido.

Escribo, como respiro.

No me doy cuenta. No sé si lo hago mal, o si lo hago bien.


Pero lo hago.

Ya no pienso tanto en ello. Es un mundo complicado. He recibido tanto buenas críticas, como felicitaciones, malas críticas y hasta amenazas de muerte (Sí, me han amenazado de muerte. Bendito seas, Internet)


Ahora, aunque haya decidido no estudiar algo relacionado al tema -filosofía y letras o alguna mamada así-, creo que eso no me hace menos escritora que los que sí. Porque, pues, al final, ¿Qué es lo que me convierte en escritora?

Pues esto que siento.

Que difiere mucho de lo que siento con respecto a la docencia, lo que nos lleva a nuestro tema de hoy...

Las razones del porqué decidí ser docente es algo misterioso, algo casi como mágico.

O algo inevitable. No estoy segura.



Yo, caminaba por las misteriosas y polvosas veredas de la vida, sin pensar demasiado ni esperar demasiado de ellas, soñando con que quizás me casaría con un escritor grande, aclamado y mega creepy -pedrada para el señor King-, cuando casualmente, una noche, me topé con la idea de la docencia.

"Mmmm" pensé para mis adentros, "No soy buena tratando a los niños... y odio la escuela. Creo que existe un limitante".

Yo era ese limitante.

Y no eran mentiras.

Pues así que digan, "uuuy, qué tacto tan padre tienes con los niños", pos no, amigos, la neta es que no. Así que digan: "uuuuy, tú eres una erudita que pertenece a la escuela", pos menos, porque ew.

Así que...

¿Cuál es la razón por la cual me vine a meter a este nido de raDIGO de arcoiris y ponis mágicos?




Bien sencillo y creo que a estas alturas de la vida, ustedes ya se harán una idea:

Aquí es donde entra mi eterno complejo de especial y única.

En mi retorcida imaginación, la imagen que he tenido de mí misma es como la utopía en este mundo de caos. Muy egocéntrico y hasta cierto punto soberbio, lo sé, pero ni pex, así nací y así me voy a morir, así que no me jodan.
En fin. Prosigo:

No estoy de acuerdo en cómo han llevado al mundo; no me agrada la manera en que lo conducen y no estoy satisfecha ni me dejo llevar por las órdenes de que debo quedarme sentada, callarme mis quejas y vivir así. No puedo. No quiero. ME NIEGO.

Así que llegué a la conclusión de que, si voy a cambiar al mundo como tanto pretendo hacer, debo hacerlo desde abajo. Desde la base de todo, desde un punto en el que nadie podrá derrotarme habiendo dominado una vez: Las futuras generaciones.

¿Qué es, sino la manera de moldear un nuevo mundo, la educación?

La educación.

Podrán tener armas, pero si educo a niños con creencias antibélicas y razonamientos más propias de un ser humano con SENTIMIENTOS, no habrán guerras.

Podrán tener jugosos contratos o amenazas viles, pero si educo a niños en valores como la lealtad, no habrá corrupción.

¿Me doy a entender?

Podrán lanzarme de todo, pero si tengo a personas valerosas, nada de eso al final importará.



Básicamente, sería moldear a las futuras generaciones a mi gusto, porque seamos sinceros, no estoy tan podrida como otros. -Tal vez, no lo sé, no lo he sometido a una valoración diagnóstica-

En fin...

Y ustedes podrán cuestionar, ¿Por qué elegiste específicamente el área de educación especial, si es más complicada?

Porque, dos cosas:

1.- Me encantan las cosas complicadas, y 2.- "ésos" niños son mi gente. Ellos son yo y yo soy ellos.


¿Por qué?

Pues, porque, vamos, desde que era una niñita de maternal y guardería, supe que estaba destinada a la grandeDIGO, porque siempre me he sentido la rara. Crecí y los demás comenzaron a decirme que era la rara.

Entonces, a esto de mis 20 años, aún sigo sintiéndome la rara, con complejo de Lydia Deetz de Beetlejuice y no creo que eso vaya a cambiar por un rato -a menos que me alcoholice-.

Yo soy ellos.

No necesariamente ocupo una discapacidad de algún tipo para sentirme identificada con ellos. No la necesito.

Pero en un grado profundo, los comprendo.

Porque he sido rechazada. Porque he sido infravalorada. Porque he sido tachada de diferente. Porque no han tenido fe en mí.

Nope, no estoy tan dañada como ustedes creen -tal vez sí-.

Pero así es mi pensar. Cuando pensé en la docencia, automáticamente me imaginé a los niños especiales. Aquellos que, con discapacidad o sin ella, han sido rechazados del sistema educativo, que se las han visto negras para llegar a donde están.

Cuando estoy con ellos, y platico con ellos, y cuando estoy en contacto con ellos, en sus ojos me veo reflejada. Es como si hablara conmigo misma.

No sé, es extraño. Es algo indescriptible.

Es como si escribir me diera vida y la docencia me diera dirección. Es como... que se complementan.




No creo que una cosa me haga menos que la otra. No soy menos maestra por ser escritora y no soy menos escritora por ser maestra.

Creo que mientras siga fiel en lo que creo, todo va a estar bien. Y mientras siga construyendo el camino con cosas que amo -pizza, libros y buena música-, el medio es lo de menos.



Amo escribir, es parte de quien soy, es parte de lo que quiero ser y parte de en lo que quiero terminar.


Pero amo enseñar, amo a los niños, amo tenerles fe y amo ayudarlos tanto como me sea humanamente posible.


Porque un: "Gracias por escribir esto" me da tanta felicidad como un "gracias, maestra".








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