Hoy fue la "puesta" de altares en mi escuela. Si bien, muchos de ustedes no lo saben, pero lo cierto es que mi escuela es bastante popular por su tradicional concurso de altares de día de muerto. Claro, a nosotros, como alumnos, nos toman como artesanos y nos ponen a trabajar durante dos días sin discriminación horaria, con la sutil amenaza implícita que todo esto conlleva.
Porque hasta para dirigir una escuela, se necesita ser un poco fascista y tiranDIGO, ustedes me entienden.
Pues bien, hoy anduve haciendos mis desmadres -como suelo hacerlo- y tuve una revelación.
Mientras arreglábamos la tumba -o algo así, no sé con exactitud porque yo nunca pongo mucha atención a ello-, me di cuenta de que había dos cajas con huesos de un color y textura extraños. Sí, teníamos un esqueleto totalmente blanco, pulcro, con tornillos y que se veía perfectamente artificial, pero estos huesos eran diferentes. Estaban en una caja, algunos estaban rotos y parecían viejos.
Tomé un cráneo que estaba en una mesa y lo miré fijamente. Vaya que tenía detalles. Y vaya que pesaba considerablemente; tenía un diente que estaba a nada de caerse y había algo de suciedad en los agujeros...
-Son reales- me dijeron.
khé?
._.
-Son de verdad. Y dicen que espantan si los tocas- continuaron.
Like, omg.
La reacción natural de cualquiera habría sido soltarlos y regresarlos a su lugar, pero yo en lugar de eso los observé mejor. Pasé mis dedos por el cráneo, por cada cavidad, acerqué mi cara al cráneo para apreciar mejor los detalles e incluso me atreví a olfatearlo un poco -¿Qué puedo decirles? Soy curiosa por naturaleza-
Noté con cierta reserva que hubo compañeros que se me quedaron viendo como si me hubiese vuelto loca. Y es que a ellos les causaba un pavor el siquiera pensar en tocarlos, que a mí me pareció ridículamente tierno.
De verdad se sentían amenazados por un esquelo que probablemente ni siquiera estaba completo.
De verdad se sentía amenazados por una fuerza invisible que probablemente ni siquiera estaba ahí.
O que quizás ni siquiera existía.
Me atreví a rememorar la famosísima escena de Hamlet, donde toma el cráneo y hace su monólogo sobre suicidarse o no.
Me reí e hice que algunas personas se rieran conmigo. Aun así, veía la incomodidad brillar en sus ojos. Jugué un rato con ellos, hice burlas y me la pasé bien.
Alguien me dijo
-No deberíamos jugar con eso-
¿Jugar con qué? ¿Un montón de huesos? ¿Con la memoria de alguien que ni siquiera sabemos quién diablos es?
Obvio, no fui irrespetuosa en ningún momento. Si bien, sí me burlé un poquito, pero nunca fui agresiva u ofensiva. Fueron bromas sanas.
Insistieron en eso de que se me iban a aparecer y que me iban a hacer travesuras. Terminé por regresar los huesos a sus cajas y me senté. Abracé mis piernas y fruncí los labios.
¿Qué chingados?
Lo peor que podían hacerme era matarme.
¿Y yo debía asustarme por ello?
No.
No temo por ello.
¿Y de verdad le tengo tanto miedo a lo que no conozco?
Pues sí JAJAJAJAA.
Pero si me han puesto atención, si han tenido la fortuna -o infortuna, depende de a quién le pregunte-, yo hablo mucho de la muerte.
Constantemente estoy burlándome de ello, constantemente estoy ideando nuevas -y creativas- maneras de morir.
¿Por qué?
Porque es mi manera de aliviar mi dolor interno sin perder el sentido del humor y punto. Les vale madre. ¿Ok? No son yo para decidir por mí. Váyanse al caraDIGO perdón, me alteré un poquis.
Pero en serio, y lo he dicho miles de veces, sólo bromeo. Ok, a veces mis bromas se salen de contexto y a veces pienso que sí lo estoy diciendo en serio, pero...
O sea, es sólo dolor que hago audible. Nada más. No es lo mismo decir "Me quiero morir" a realmente ponerme una soga al cuello y colgarme de un árbol.
Nope.
Pero creo que llegados al punto, mucha gente se ofende más al atestiguar lo muy burlona que soy con la muerte.
Me burlo. La reto. Me vuelvo a burlar sin compasión ni misericordia. Y la vuelvo a retar, a que me haga algo, a que le haga algo a los demás.
Y entonces me veo irrespetuosa, dramática, ridícula y todos los malos adjetivos posibles que puedan encontrar.
Según por eso, según muchos de ustedes, soy "inmadura" por el simple hecho de hacer lo que hago con respecto a la muerte.
Quisiera aclarar que no lo hago por joder a los demás -a veces sí, nada más para mega incomodarlos-, tampoco lo hago para obtener una atención específica, o porque estoy aburrida. A veces hago los comentarios tan a la ligera, tan al aire, que ni siquiera me doy cuenta de lo que estoy diciendo.
Es como tuitear.
Lo hago ya de manera tan automática, que no pongo mucha atención a ello, y por lo tanto, no analizo mis palabras.
Lo hago tanto, que ha dejado de tener sentido para mí y es como una reacción natural ante ciertas cosas. -Desear mi propia muerte, no tuitear. Me encanta tuitear-
A veces me da pena admitir que no tengo una relación lo prudentemente estrecha como para pensar en lo que digo. No la tengo. Hablo sin pensar y eso me ha metido en muchos problemas.
Le tengo respeto a la muerte. Admiro su trabajo, aunque muchas veces no me guste cómo se dé, ni con quién se dé, ni las circuntancias bajo las cuales se dén.
La muerte es parte de la vida, si no es que es la vida misma.
Le tengo respeto, admiración y hasta cierto punto, fascinación a la muerte. Es un sentimiento dulce y amargo a la vez. Es algo melancólico.
Porque como la vida, la muerte tiene su parte buena y su parte mala. Su parte de luz y su parte de oscuridad.
Muchas veces nos enfocamos más en las tiniebles que en los faros de luz... Muchas veces, incluso yo, nos perdemos entre las sombras.
No digo que no me da miedo morir.
A veces lo pienso y me da un poquis de miedo, porque no sé cómo vaya a terminar todo.
Pero tampoco es como si me negara a ver esa realidad.
Porque la muerte es realidad. Nos va a pasar a todos. Es inevitable. Es realidad. Es algo de lo que no podremos escapar ni podremos engañar...
¿No es mejor hacernos a la idea lo más pronto posible para llevar una vida digna?
Quiero decir, muchos andan por la vida con la estúpida creencia de que la vida les debe algo, y que el día de mañana está asegurado, y que todo se irá por el cauce planeado humanamente.
Y no es así, amiguitos.
Tenemos que tener en cuenta que la vida es un regalo, es un momento, es un parpadear, es ahora.
Sí, existe el futuro y esas cosas, pero... ¿Quién o qué te asegura que estarás ahí? La neta.
Reírse de la muerte no muestra una falta de respeto para con Diosito, la vida, Buda, Alá, Satanás, en quien quieras creer, etcétera. No lo es.
Reírse de la muerte no es una grosería para la gente que te está escuchando.
No eres insensible por ello. No eres inmaduro por ello. No eres ingenuo y estúpido por ello.
Reírme de la muerte sólo muestra el respeto, la admiración y la validación que le doy. La muerte es válida. La muerte existe. Y yo he aceptado mi propia muerte, desde hace un par de años, cuando me di cuenta de que me iba a morir.
-no, no necesito un diagnóstico médico que me lo diga. Yo ya lo sé-
Aunque para ser sincera, creo que me cuesta más trabajo aceptar la muerte de otras personas que la mía. Pero en fin. Supongo que es parte de la naturaleza humana que muy pocos actualmente poseemos.
No es necesario que se los explique, porque yo no le debo explicaciones a nadie, pero lo haré de todas maneras porque a lo largo de estos últimos años me ha traído muchos problemas:
Yo NO quiero morirme.
O sea, a veces sí quisiera entrar en coma por tres años, o hibernar o simplemente no existir un ratito, pero nada más. Y es porque me he dado cuenta de la facilidad relativa con la que mis problemas se solucionarían con morirme, pero es todo.
Tampoco QUIERO que alguien se muera.
Sí, a veces deseo que este proceso natural le llegue más pronto a ciertas personas, pero no estoy deseando algo del otro mundo. Es inevitable. Te vas a morir. ¿Es muy malo que a veces me hagas sentir como si debieras morirte lo más pronto posible? No creo que me haga mala persona. Es como desear que nazcas.
O sea, nacerás, independientemente de que lo desee o no.
Y si hablo continuamente de la muerte, es porque he APRENDIDO A VALORAR MI VIDA.
Porque conozco mi vida, porque sé que no será eterna y sé que es un permiso y sé que es un regalo. Por eso.
Valoro mi vida, y probablemente, la cuido mejor que muchos de ustedes. Lo hago. Mis comentarios no pueden ser muy acordes con mi realidad, pero no son más que eso: comentarios.
Así que les agradecería que ya dejaran de estarme chingando con eso.
Es mi humor. Es mi estilo. Es mi manera de aliviar mi dolor interno. Déjenme en paz, maldición, déjenme tranquila.
Si no quieren escucharme porque les incomoda, pues, tápense las orejas, váyanse de ahí, lo que sea. Me vale madre que no quieras escucharme. Soy yo. Es mi derecho a decir lo que me venga en gana.
Y si quiera morirme, en todo caso, es muy mi problema y no tuyo. Jamás sería capaz de suicidarme por alguien, perras, por favor, ni que tuvieran tanto peso en la vida de alguien. Por favor, seamos conscientes.
Si no quieren escucharme, ya conocen la salida.
No voy a complacerlos a todos. Qué flojera. ¿Me ven cara de una pizza de doble queso? Fucking not.
Y si les da risa, pues qué bueno que se rían.
Ya déjense de mariconadas y enfrenten su destino con los pantalones bien puestos.
El hecho de que no te rías, de que no pienses en ello, de que se te olvide el mundo mismo por un día, no quiere decir que no te va a pasar. Ya.
No tiene nada de malo morirse y ser un muerto. Nada.
Por eso, a la hora de que me senté nuevamente en el piso y tomé un cráneo de unicel, en las cuencas de sus ojos inexistentes, me di cuenta de que no somos más que un modelo de algo reciclable, que regresará de donde vino.
¿Y de dónde venimos?
Pues sigo sin saber.