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viernes, 30 de octubre de 2015

Reírse De La Muerte





Hoy fue la "puesta" de altares en mi escuela. Si bien, muchos de ustedes no lo saben, pero lo cierto es que mi escuela es bastante popular por su tradicional concurso de altares de día de muerto. Claro, a nosotros, como alumnos, nos toman como artesanos y nos ponen a trabajar durante dos días sin discriminación horaria, con la sutil amenaza implícita que todo esto conlleva.

Porque hasta para dirigir una escuela, se necesita ser un poco fascista y tiranDIGO, ustedes me entienden.

Pues bien, hoy anduve haciendos mis desmadres -como suelo hacerlo- y tuve una revelación.


Mientras arreglábamos la tumba -o algo así, no sé con exactitud porque yo nunca pongo mucha atención a ello-, me di cuenta de que había dos cajas con huesos de un color y textura extraños. Sí, teníamos un esqueleto totalmente blanco, pulcro, con tornillos y que se veía perfectamente artificial, pero estos huesos eran diferentes. Estaban en una caja, algunos estaban rotos y parecían viejos.

Tomé un cráneo que estaba en una mesa y lo miré fijamente. Vaya que tenía detalles. Y vaya que pesaba considerablemente; tenía un diente que estaba a nada de caerse y había algo de suciedad en los agujeros...

-Son reales- me dijeron.

khé?

._.

-Son de verdad. Y dicen que espantan si los tocas- continuaron.

Like, omg.




La reacción natural de cualquiera habría sido soltarlos y regresarlos a su lugar, pero yo en lugar de eso los observé mejor. Pasé mis dedos por el cráneo, por cada cavidad, acerqué mi cara al cráneo para apreciar mejor los detalles e incluso me atreví a olfatearlo un poco -¿Qué puedo decirles? Soy curiosa por naturaleza-

Noté con cierta reserva que hubo compañeros que se me quedaron viendo como si me hubiese vuelto loca. Y es que a ellos les causaba un pavor el siquiera pensar en tocarlos, que a mí me pareció ridículamente tierno.

De verdad se sentían amenazados por un esquelo que probablemente ni siquiera estaba completo.

De verdad se sentía amenazados por una fuerza invisible que probablemente ni siquiera estaba ahí.
O que quizás ni siquiera existía.





Me atreví a rememorar la famosísima escena de Hamlet, donde toma el cráneo y hace su monólogo sobre suicidarse o no.

Me reí e hice que algunas personas se rieran conmigo. Aun así, veía la incomodidad brillar en sus ojos. Jugué un rato con ellos, hice burlas y me la pasé bien.

Alguien me dijo

-No deberíamos jugar con eso-

¿Jugar con qué? ¿Un montón de huesos? ¿Con la memoria de alguien que ni siquiera sabemos quién diablos es?

Obvio, no fui irrespetuosa en ningún momento. Si bien, sí me burlé un poquito, pero nunca fui agresiva u ofensiva. Fueron bromas sanas.

Insistieron en eso de que se me iban a aparecer y que me iban a hacer travesuras. Terminé por regresar los huesos a sus cajas y me senté. Abracé mis piernas y fruncí los labios.

¿Qué chingados?

Lo peor que podían hacerme era matarme.

¿Y yo debía asustarme por ello?

No.

No temo por ello.



¿Y de verdad le tengo tanto miedo a lo que no conozco?

Pues sí JAJAJAJAA.

Pero si me han puesto atención, si han tenido la fortuna -o infortuna, depende de a quién le pregunte-, yo hablo mucho de la muerte.
Constantemente estoy burlándome de ello, constantemente estoy ideando nuevas -y creativas- maneras de morir.

¿Por qué?

Porque es mi manera de aliviar mi dolor interno sin perder el sentido del humor y punto. Les vale madre. ¿Ok? No son yo para decidir por mí. Váyanse al caraDIGO perdón, me alteré un poquis.


Pero en serio, y lo he dicho miles de veces, sólo bromeo. Ok, a veces mis bromas se salen de contexto y a veces pienso que sí lo estoy diciendo en serio, pero...

O sea, es sólo dolor que hago audible. Nada más. No es lo mismo decir "Me quiero morir" a realmente ponerme una soga al cuello y colgarme de un árbol.

Nope.


Pero creo que llegados al punto, mucha gente se ofende más al atestiguar lo muy burlona que soy con la muerte.

Me burlo. La reto. Me vuelvo a burlar sin compasión ni misericordia. Y la vuelvo a retar, a que me haga algo, a que le haga algo a los demás.

Y entonces me veo irrespetuosa, dramática, ridícula y todos los malos adjetivos posibles que puedan encontrar.

Según por eso, según muchos de ustedes, soy "inmadura" por el simple hecho de hacer lo que hago con respecto a la muerte.




Quisiera aclarar que no lo hago por joder a los demás -a veces sí, nada más para mega incomodarlos-, tampoco lo hago para obtener una atención específica, o porque estoy aburrida. A veces hago los comentarios tan a la ligera, tan al aire, que ni siquiera me doy cuenta de lo que estoy diciendo.

Es como tuitear.

Lo hago ya de manera tan automática, que no pongo mucha atención a ello, y por lo tanto, no analizo mis palabras.

Lo hago tanto, que ha dejado de tener sentido para mí y es como una reacción natural ante ciertas cosas. -Desear mi propia muerte, no tuitear. Me encanta tuitear-

A veces me da pena admitir que no tengo una relación lo prudentemente estrecha como para pensar en lo que digo. No la tengo. Hablo sin pensar y eso me ha metido en muchos problemas.





Le tengo respeto a la muerte. Admiro su trabajo, aunque muchas veces no me guste cómo se dé, ni con quién se dé, ni las circuntancias bajo las cuales se dén.

La muerte es parte de la vida, si no es que es la vida misma.

Le tengo respeto, admiración y hasta cierto punto, fascinación a la muerte. Es un sentimiento dulce y amargo a la vez. Es algo melancólico.

Porque como la vida, la muerte tiene su parte buena y su parte mala. Su parte de luz y su parte de oscuridad.

Muchas veces nos enfocamos más en las tiniebles que en los faros de luz... Muchas veces, incluso yo, nos perdemos entre las sombras.

No digo que no me da miedo morir.

A veces lo pienso y me da un poquis de miedo, porque no sé cómo vaya a terminar todo.

Pero tampoco es como si me negara a ver esa realidad.

Porque la muerte es realidad. Nos va a pasar a todos. Es inevitable. Es realidad. Es algo de lo que no podremos escapar ni podremos engañar...

¿No es mejor hacernos a la idea lo más pronto posible para llevar una vida digna?




Quiero decir, muchos andan por la vida con la estúpida creencia de que la vida les debe algo, y que el día de mañana está asegurado, y que todo se irá por el cauce planeado humanamente.

Y no es así, amiguitos.

Tenemos que tener en cuenta que la vida es un regalo, es un momento, es un parpadear, es ahora.

Sí, existe el futuro y esas cosas, pero... ¿Quién o qué te asegura que estarás ahí? La neta.




Reírse de la muerte no muestra una falta de respeto para con Diosito, la vida, Buda, Alá, Satanás, en quien quieras creer, etcétera. No lo es.

Reírse de la muerte no es una grosería para la gente que te está escuchando.

No eres insensible por ello. No eres inmaduro por ello. No eres ingenuo y estúpido por ello.


Reírme de la muerte sólo muestra el respeto, la admiración y la validación que le doy. La muerte es válida. La muerte existe. Y yo he aceptado mi propia muerte, desde hace un par de años, cuando me di cuenta de que me iba a morir.

-no, no necesito un diagnóstico médico que me lo diga. Yo ya lo sé-



Aunque para ser sincera, creo que me cuesta más trabajo aceptar la muerte de otras personas que la mía. Pero en fin. Supongo que es parte de la naturaleza humana que muy pocos actualmente poseemos.



No es necesario que se los explique, porque yo no le debo explicaciones a nadie, pero lo haré de todas maneras porque a lo largo de estos últimos años me ha traído muchos problemas:

Yo NO quiero morirme.

O sea, a veces sí quisiera entrar en coma por tres años, o hibernar o simplemente no existir un ratito, pero nada más. Y es porque me he dado cuenta de la facilidad relativa con la que mis problemas se solucionarían con morirme, pero es todo.

Tampoco QUIERO que alguien se muera.

Sí, a veces deseo que este proceso natural le llegue más pronto a ciertas personas, pero no estoy deseando algo del otro mundo. Es inevitable. Te vas a morir. ¿Es muy malo que a veces me hagas sentir como si debieras morirte lo más pronto posible? No creo que me haga mala persona. Es como desear que nazcas.

O sea, nacerás, independientemente de que lo desee o no.

Y si hablo continuamente de la muerte, es porque he APRENDIDO A VALORAR MI VIDA.

Porque conozco mi vida, porque sé que no será eterna y sé que es un permiso y sé que es un regalo. Por eso.

Valoro mi vida, y probablemente, la cuido mejor que muchos de ustedes. Lo hago. Mis comentarios no pueden ser muy acordes con mi realidad, pero no son más que eso: comentarios.

Así que les agradecería que ya dejaran de estarme chingando con eso.

Es mi humor. Es mi estilo. Es mi manera de aliviar mi dolor interno. Déjenme en paz, maldición, déjenme tranquila.

Si no quieren escucharme porque les incomoda, pues, tápense las orejas, váyanse de ahí, lo que sea. Me vale madre que no quieras escucharme. Soy yo. Es mi derecho a decir lo que me venga en gana.

Y si quiera morirme, en todo caso, es muy mi problema y no tuyo. Jamás sería capaz de suicidarme por alguien, perras, por favor, ni que tuvieran tanto peso en la vida de alguien. Por favor, seamos conscientes.

Si no quieren escucharme, ya conocen la salida.

No voy a complacerlos a todos. Qué flojera. ¿Me ven cara de una pizza de doble queso? Fucking not.

Y si les da risa, pues qué bueno que se rían.


Ya déjense de mariconadas y enfrenten su destino con los pantalones bien puestos.

El hecho de que no te rías, de que no pienses en ello, de que se te olvide el mundo mismo por un día, no quiere decir que no te va a pasar. Ya.

No tiene nada de malo morirse y ser un muerto. Nada.

Por eso, a la hora de que me senté nuevamente en el piso y tomé un cráneo de unicel, en las cuencas de sus ojos inexistentes, me di cuenta de que no somos más que un modelo de algo reciclable, que regresará de donde vino.

¿Y de dónde venimos?

Pues sigo sin saber.





viernes, 23 de octubre de 2015

Bengalas En El Cielo






¿Alguna vez les ha pasado que lloran hasta que no pueden respirar?



A mí me ha pasado sólo dos veces en la vida.







Fue un 4 de octubre (ustedes saben que soy pésima rememorando días y fechas en específico, pero investigué un poquitín y bueno, aquí está la fecha); estaba en casa de mi abuela, sentada en un sillón de la sala leyendo uno de mis libros favoritos -releyendo, en realidad-, mi hermana estaba ahí, en el suelo, checando su celular y mi prima estaba coloreando algo.

Alguien entró a la habitación, y con un tono desgarrador nos dio la noticia:

"Silvia se está muriendo".

Y, como si fuese una bomba de tiempo, una explosión se dio en el aire. Los adultos que se encontraban ahí soltaron chillidos de frustración, de triteza, de dolor. Verdadero dolor.

Mis manos soltaron el libro y éste cayó en el suelo, desparramándose. Ver tanto dolor, escuchar tantos gritos y presenciar tantos llantos, hicieron que algo dentro de mi cerebro se prendiera y actuara de forma rápida. Como pude, saqué a mi hermana y a mi prima (que es por mucho más chica que nosotras) de esa habitación, de esa casa.

Caminamos un poco por la calle, la casa estaba llena de personas llorando y gritando.

Fue horrible. Fue como vivir una escena de una película triste. Fue como presenciar un párrafo de una historia triste.

Fue horrible. Fue triste. Fue doloroso.

Pronto, cada uno de mis parientes comenzó a llegar y todo se sentía cada vez más real.

Yo estaba bajo la influencia de un shock que me había permitido actuar rápido, pero después sólo había frío. Era como si mis venas, cada hueso de mi cuerpo, cada célula viviente, se hubiera congelado. Se hubiera quedado atado a ese espacio en específico, y no podía desprenderme de mi lugar.

No sabía qué decir. No sabía qué pensar. No sabía a dónde acudir. Veía a mi hermana, y sólo podía identificar el verdadero horror en sus ojos grandes. Veía a mi papá y en su cara podía leer el dolor con el que estaba luchando para no romperse frente a todos.

Una camioneta llegó; mi mamá conduciría, ya que en el hospital estaban un tío y mi prima Carolina. Nos necesitaban, necesitaban a su familia en este momento tan difícil.

Yo salté al automóvil, no tanto porque quería ofrecer mi ayuda o algo así. Tenía miedo. Mucho miedo. No quería soltar el brazo de mi mamá, así que por mucho que mi cabeza gritara que era una pésima idea, yo me subí, junto a otros parientes, a la camioneta, rumbo al hospital.

Una vez que llegamos ahí, fue como una bocanada de aire fresco.

Claro, era un 4 de octubre, eran cerca de las seis- siete de la noche y en la calle podía ver a las personas hacer sus vidas, muy ajenas a lo que yo estaba pasando. Me quedé fuera del hospital con mis tíos, con mis primos. Nadie dijo mucho. Nadie pensó mucho.

Yo no había llorado nada. Ni una lágrima ni un ardor en los ojos que anunciara la inevitable tristeza líquida. Nada.

Estaba como ida, como en shock.

Como muerta.


Tenía miedo de ver a mi prima, y es que, a pesar de que mi relación con ella era -es aún- cercana, no quería verle la cara. Tenía miedo. No sabría qué decirle o cómo reaccionar. Sabía que me necesitaba ahí, y ser fuerte, pero no podía. No podía ser fuerte. No podía estar ahí.

Tenía mucho miedo.


Cuando llegaron más adultos y comenzaron a arreglar lo que se tiene que arreglar cuando alguien muere en un hospital, regresamos a la casa de mi abuela. Ahora había más gente. Mi papá preguntó qué era lo que había pasado, quiénes habían ido y todos los detalles. No hubo mucho ánimo al momento de responder.

Caminé de regreso a la sala para recoger mis cosas y en el camino, me topé a mi prima de frente. Nos miramos por apenas un segundo y luego nos abrazamos. Temí que se rompiera y comenzara a llorar, pero sentí su pecho firme y fuerte; no iba a doblegarse ante nada, y más bien, era yo la que había comenzado a llorar.

Con la voz rota, le dije:

"No llores".

Hoy entendí que ese "no llores" no iba para ella.

Ese "No llores" era para mí.



Nunca había ido a un velorio. Nunca, en mi vida. Fue la primera vez. No recuerdo mucho de eso. Sólo sabía que había una cierta incomodidad dentro de mi garganta que me impedía hablar con propiedad. Era como si apenas pronunciaba una sílaba cuando las lágrimas se desbordaban, sofocándome. Era como si apenas abría los labios, un sollozo nacía desde lo más profundo de mis pulmones.

No quise asomarme al féretro. Incluso cuando mis papás no estaban muy cerca de ahí, me insistieron mucho en ir.

"Ve a verla"- dijo mi madre, sonriendo con ligereza- "Quedó muy bonita".-

Negué con la cabeza.

"Se ve en paz"- continuó, ignorándome por completo.

Negué otra vez.

No iba a asomarme. No iría a ver al féretro de mi tía favorita. No iría a ver su rostro, por muy "tranquila" y "bonita" que la hubieran dejado. No quería. No iría. Y no fui.

La noche pasaba lenta y yo ya no sabía qué hacer. ¿Qué hacía? ¿Me ponía a pensar en otras cosas y fingir que nada estaba pasando? ¿O de plano me derrumbaba frente a mis parientes y demás desconocidos?

Lo más sensato para mí fue acostarme en un sillón de la funeraria, abrazar mis piernas y ponerme a llorar.

Y lloré como no tienen una idea. Lloré como nunca había llorado.

¿Alguna vez les ha pasado que lloran hasta que no pueden respirar?

A mí me pasó.

Lloré tanto que no podía respirar, no podía tomar aire. Las lágrimas me ahogaban. Y si algo de aliento entraba a mi ser, era para ser expulsado únicamente por la desesperación, por la tristeza, por el dolor que me estaban apaleando ahí mismo, en un sillón de una funeraria, un cuatro de octubre.

La música cristiana no me la hizo más fácil. Los dedos de mi mamá paseándose por mi cabello no me la hizo más fácil. La mano de mi hermana enlazada a la mía no me lo hizo más fácil. La mano de mi padre en mi hombro no me la hizo más fácil.
Nada fue fácil.

Ni siquiera ver a mis parientes entrar y salir. Ni siquiera el hecho de permitir que mis primos me vieran en ese estado de vulnerabilidad. Ni siquiera el hecho de que desconocidos me escucharon llorar y llorar durante varias horas.

Nada fue fácil.


El día siguiente tampoco lo fue.

Mi hermana, para distraerse un poco, había decidido ir a la escuela. Y yo, por mi parte, había preferido aventarme a un boulevard en plena hora pico que a ir a la escuela en ese estado.

Mi cara no mentía: La noche anterior no había pasado en vano. Grandes ojeras se pintaban debajo de mis ojos, que estaban hinchados y tristes. Mi piel se veía opaca y pálida y los labios partidos por la deshidratación.

Me vestí de blanco para ir al entierro. No iría de negro, porque no. Blanco era mi decisión.


Nunca había estado en un cortejo fúnebre, salvo esa vez.

Mis padres conducían tranquilos detrás de los automóviles de mis demás tíos, tías, primos y primas, y demás parientes. Yo asomé la cabeza por la ventana y a pesar de que el sol estaba en su esplendor y el cielo era azul y había algunas cuantas nubes blancas adornando, a pesar de que el calor era algo adormecedor, algo tranquilo, algo lindo, no pude evitar llorar durante todo el camino, preguntándome cómo podríamos continuar ahora.

Me costó sangre no caerme hecha pedazos en el panteón, cuando la enterraban.

Estaba llorando, y tenía mocos saliendo por mi nariz y mis manos sudaban con frialdad y mis rodillas temblaban, y mis brazos se balanceaban y todo daba vueltas.

Pero yo no iba a caerme. No quería hacerlo.

Ni siquiera cuando vi a mi tío -su esposo- abrazar a sus tres hijos. Ni siquiera cuando la congregación cristiana a la que fue devota mi tía durante sus últimos años de su vida entonó varias canciones religiosas bastante lindas. Ni siquiera cuando vi a mis tíos luchar contra el pesar. Ni siquiera cuando vi a mi hermana llorar en el hombro de su novio, que desconcertado, parecía buscar una razón a todo lo que estaba presenciando.

Ni siquiera cuando en el silencio del lugar, cuando me alejé caminando para sentirme un poco más viva, sentí que estaba sola. Que me sentía sola.

No iba a caerme. No quería hacerlo.

Y no quiero hacerlo.



Pasaron tres años ya.

Todavía recuerdo con claridad que al día siguiente del entierro, en clase de Literatura, me puse a llorar. Recuerdo que mi amiga Diana me regaló papel para limpiar mi rostro. Recuerdo que mis amigos se portaron muy bien conmigo, no haciendo muchas preguntas y limitándose a hacerme presente su apoyo.

Todavía recuerdo a mi tía Silvia bailar canciones de Selena en el cuarto de mi abuela-sala. Todavía recuerdo que en tiempos de lluvia, mi prima Carolina -su primogénita- mi hermana y yo nos encerrábamos en el cuarto de un tío a ver Escalofríos y ¿Le Temes a La Oscuridad? y ella nos llevaba chocolate caliente.

Todavía recuerdo que sentí que mi corazón se caía al suelo cuando vi cruzar a mi tío -su esposo- por la funeraria. Él estaba lejos cuando sucedió todo esto. Todavía recuerdo que pensé que si lo escuchaba llorar o algo, me moriría yo de algo. De un nervio roto o de un intento de suicidio o algo. Pero no me iba a ir bien.

Todavía recuerdo que cuando mis amigos me mandaban sus condolencias, yo me ponía a llorar. Todavía recuerdo que cuando pasaron el capítulo de glee de la semana, no lo terminé de ver porque a mitad del episodio las lágrimas me traicionaron.

Todavía recuerdo que la carrera nocturna que organiza mi tía cada año me ayudó mucho, muchísimo. Que distrajo a mis tíos y a mis primos y que yo me sentí en una paz casi adictiva al estar entre la noche, el frío y la soledad.

Y todavía, hasta la fecha, sigo sin poder tocar ese libro favorito que estaba (re)leyendo cuando sucedió todo esto.

Han pasado tres años ya.

Siento que ha pasado mucho y que ha sucedido tanto, pero al mismo tiempo, el dolor está presente. Como si hubiera pasado hace una semana.

Tres años ya.



Tres años ya.



A veces, no les voy a mentir, siento que voy nadando en un mar de sentimientos y me ahogo de repente. A veces, cuando pienso en ella, me pongo triste y me dan unas incontrolables ganas de llorar. Incluso ahora, escribiendo esto, tengo los ojos llorosos y quiero clavarme un cuchillo en la gargaDIGO, ustedes me entienden.

A veces siento que el cielo se oscurece mucho, y que no importa lo mucho que signifiquen para mí las personas, al final no podré hacer gran cosa por ellas.

A veces siento que quiero hacerme ovillo en el suelo y quedarme a dormir ahí por treinta años.

A veces siento que estoy bien, que he crecido más y que he aprendido un montón de esto.

Pero a veces siento que quiero llorar por horas y horas.


Pero no olvido, no debo olvidar ni ustedes deben olvidar que siempre hay alguien encendiendo bengalas en el cielo. Y cuando todo se oscurece, esas bengalas nos ayudan.

Y la luz nos ayuda llegar a nuestros hogares.




No olvidemos nosotros encender bengalas en el cielo.

No olvidemos buscar las bengalas en el cielo.

Siempre hay bengalas en el cielo.


viernes, 16 de octubre de 2015

Porqué Decidí Ser Maestra



Cuando tenía siete años, escribí mi primera historia, se llamaba: "Todo en la vida es desgracia" (Un título no muy original, ni muy llamativo y ciertamente, algo perturbador y psicótico para una tierna niñita de siete años, pero ok). Me aventé fácilmente treinta y cinco hojas.

Claro, no es una historia muy buena. Tiene muchos agujeros en la línea argumental, mis dotes de redactora apenas y nacían y, bueno, ¿Qué les puedo decir? Siempre he sido perfeccionista en mi arte y cambié varios escenarios, personajes y situaciones, cerca de cuatro veces. Para cuando terminé, le cambié el nombre a "NO todo en la vida es desgracia".

Mega lol, porque sí lo esDIGO NADA.

Entonces, desde que tenía siete años, en mi mente me visualicé en el futuro como una escritora exitosa, talentosa y mega adorada -nótese mi vena narcisista-. Supe que ése sería mi destino, que a eso quería llegar. Y durante estos últimos trece años consecuentes a eso, no he cambiado de idea.

Escribir está en mi alma, es lo que le da fuerza a mi sangre que corre por las venas, es lo que me impulsa a abrir los ojos cada mañana y es lo que me mueve.

Creo que eso se entiende.

Pero nunca he considerado esto como un trabajo. Como un... quehacer. Como un algo que debo hacer, algo a lo que le encuentre sentido.

Escribo, como respiro.

No me doy cuenta. No sé si lo hago mal, o si lo hago bien.


Pero lo hago.

Ya no pienso tanto en ello. Es un mundo complicado. He recibido tanto buenas críticas, como felicitaciones, malas críticas y hasta amenazas de muerte (Sí, me han amenazado de muerte. Bendito seas, Internet)


Ahora, aunque haya decidido no estudiar algo relacionado al tema -filosofía y letras o alguna mamada así-, creo que eso no me hace menos escritora que los que sí. Porque, pues, al final, ¿Qué es lo que me convierte en escritora?

Pues esto que siento.

Que difiere mucho de lo que siento con respecto a la docencia, lo que nos lleva a nuestro tema de hoy...

Las razones del porqué decidí ser docente es algo misterioso, algo casi como mágico.

O algo inevitable. No estoy segura.



Yo, caminaba por las misteriosas y polvosas veredas de la vida, sin pensar demasiado ni esperar demasiado de ellas, soñando con que quizás me casaría con un escritor grande, aclamado y mega creepy -pedrada para el señor King-, cuando casualmente, una noche, me topé con la idea de la docencia.

"Mmmm" pensé para mis adentros, "No soy buena tratando a los niños... y odio la escuela. Creo que existe un limitante".

Yo era ese limitante.

Y no eran mentiras.

Pues así que digan, "uuuy, qué tacto tan padre tienes con los niños", pos no, amigos, la neta es que no. Así que digan: "uuuuy, tú eres una erudita que pertenece a la escuela", pos menos, porque ew.

Así que...

¿Cuál es la razón por la cual me vine a meter a este nido de raDIGO de arcoiris y ponis mágicos?




Bien sencillo y creo que a estas alturas de la vida, ustedes ya se harán una idea:

Aquí es donde entra mi eterno complejo de especial y única.

En mi retorcida imaginación, la imagen que he tenido de mí misma es como la utopía en este mundo de caos. Muy egocéntrico y hasta cierto punto soberbio, lo sé, pero ni pex, así nací y así me voy a morir, así que no me jodan.
En fin. Prosigo:

No estoy de acuerdo en cómo han llevado al mundo; no me agrada la manera en que lo conducen y no estoy satisfecha ni me dejo llevar por las órdenes de que debo quedarme sentada, callarme mis quejas y vivir así. No puedo. No quiero. ME NIEGO.

Así que llegué a la conclusión de que, si voy a cambiar al mundo como tanto pretendo hacer, debo hacerlo desde abajo. Desde la base de todo, desde un punto en el que nadie podrá derrotarme habiendo dominado una vez: Las futuras generaciones.

¿Qué es, sino la manera de moldear un nuevo mundo, la educación?

La educación.

Podrán tener armas, pero si educo a niños con creencias antibélicas y razonamientos más propias de un ser humano con SENTIMIENTOS, no habrán guerras.

Podrán tener jugosos contratos o amenazas viles, pero si educo a niños en valores como la lealtad, no habrá corrupción.

¿Me doy a entender?

Podrán lanzarme de todo, pero si tengo a personas valerosas, nada de eso al final importará.



Básicamente, sería moldear a las futuras generaciones a mi gusto, porque seamos sinceros, no estoy tan podrida como otros. -Tal vez, no lo sé, no lo he sometido a una valoración diagnóstica-

En fin...

Y ustedes podrán cuestionar, ¿Por qué elegiste específicamente el área de educación especial, si es más complicada?

Porque, dos cosas:

1.- Me encantan las cosas complicadas, y 2.- "ésos" niños son mi gente. Ellos son yo y yo soy ellos.


¿Por qué?

Pues, porque, vamos, desde que era una niñita de maternal y guardería, supe que estaba destinada a la grandeDIGO, porque siempre me he sentido la rara. Crecí y los demás comenzaron a decirme que era la rara.

Entonces, a esto de mis 20 años, aún sigo sintiéndome la rara, con complejo de Lydia Deetz de Beetlejuice y no creo que eso vaya a cambiar por un rato -a menos que me alcoholice-.

Yo soy ellos.

No necesariamente ocupo una discapacidad de algún tipo para sentirme identificada con ellos. No la necesito.

Pero en un grado profundo, los comprendo.

Porque he sido rechazada. Porque he sido infravalorada. Porque he sido tachada de diferente. Porque no han tenido fe en mí.

Nope, no estoy tan dañada como ustedes creen -tal vez sí-.

Pero así es mi pensar. Cuando pensé en la docencia, automáticamente me imaginé a los niños especiales. Aquellos que, con discapacidad o sin ella, han sido rechazados del sistema educativo, que se las han visto negras para llegar a donde están.

Cuando estoy con ellos, y platico con ellos, y cuando estoy en contacto con ellos, en sus ojos me veo reflejada. Es como si hablara conmigo misma.

No sé, es extraño. Es algo indescriptible.

Es como si escribir me diera vida y la docencia me diera dirección. Es como... que se complementan.




No creo que una cosa me haga menos que la otra. No soy menos maestra por ser escritora y no soy menos escritora por ser maestra.

Creo que mientras siga fiel en lo que creo, todo va a estar bien. Y mientras siga construyendo el camino con cosas que amo -pizza, libros y buena música-, el medio es lo de menos.



Amo escribir, es parte de quien soy, es parte de lo que quiero ser y parte de en lo que quiero terminar.


Pero amo enseñar, amo a los niños, amo tenerles fe y amo ayudarlos tanto como me sea humanamente posible.


Porque un: "Gracias por escribir esto" me da tanta felicidad como un "gracias, maestra".








viernes, 9 de octubre de 2015

Trabajar en Equipo




Ni siquiera voy a empezar este post con algo motivacional, una anécdota graciosa o algo parecido.

Como ustedes ya saben, mi trastornada mente suele jugarme un montón de juegos y bueno, pues, tener pesadillas ya es algo habitual para mí.

El miércoles -me parece- tuve una pesadilla horrenda y va así:




Estaba yo en la escuela, en una fría tarde. Mis compañeros y yo estábamos armando el mentado altar de muertos que cada año la escuela nos presiona para hacer de la manera más profesional, exacta y extravagante que se pueda imaginar.
No recuerdo bien cómo empezó al problema, pero recuerdo que alguien hacía algo malo. Como un vandalismo o algo parecido. Cuando cuestionaban quién era el autor, mis compañeros me señalaban a mí.

Cada uno de ellos me apuntó con ojos acusadores, incluso aún cuando sabían quién había hecho la fechoría, (yo no, en caso de que me crean culpable). Yo estaba asustadísima, helada por el miedo. No entendía por qué de repente todos se habían puesto en ese plan conmigo. Tendría un regaño y un castigo inmmerecido y el veneno en los ojos de mis compañeros de grupo era algo que me causaba pavor. No era tanto por la consecuencia que caería sobre mis hombros, sino por verme traicionada por mi propio grupo. Un grupo de 21 personas que habían compartido días, noches e interminables tardes durante por tres años. Un grupo de personas con quienes había compartido experiencias buenas, horribles, tristes y alegres.

Y, amiguitos, de verdad les prometo que sentí cómo la sangre me caía en picada hasta mis pies y mi corazón sufrió muchito :c

Fue horrible.

La sensación de una traición fue tan real, que honestamente me sentí ofendida, me sentí herida, me sentí humillada.

Cuando me desperté, me quedé como: WHAT THE FUCK WAS THAT?!



Pueden pensar que fue un evento aislado. Pudo haberlo sido. Lo cierto es que prefiero darle el beneficio de la duda a mis compañeros, incluso cuando ya me han dado motivos para desconfiar de ellos.

Y es que, mi filosofía de vida es vivir y dejar vivir. No tengo por qué retirar mi confianza del banco humano cuando algunos de ellos me han defraudado. Me parece mala onda no confíar en alguien cuando no me ha dado motivos para desconfiar, ¿Me doy a entender? Quiero tener fe en que las personas son diferentes, que algunos valen la pena.

Pero quizás mi platónica e inocente utopía de una humanidad evolucionada digna de confianza es lo que me lleva a pecar de estúpida.

Porque sí, amiguitos, he sido estúpida y he sido traicionada una y otra vez. En tiempos buenos, son personas no tan cercanas a mí. En tiempos malos, son seres que estuvieron muy cerca de mí. En tiempos peores, han sido varias veces por la misma persona.

¿Eso qué dice de mí?

Que quizás debo dejar de ser tan confianzuda e idiota.




También podría deberse a los sucesos, pláticas y sonrisas fingidas que he tenido la desgracia de presenciar.

Está bien. Nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, o sea, yo sé eso.

Pero neta no se manchen :c


Sucede esto:

No es lo mismo un GRUPO, que un EQUIPO.

Puedes estar reunido con una cierta cantidad de personas y eso es un grupo.

Puedes estar reunido con una cierta cantidad de personas y luchar por un bien común y eso es un equipo.


Distingamos.

El reunir está bien. Pero el luchar está mejor.



¿Cuántas veces nos encontramos con eso en las escuelas/trabajos?

Nunca.

Y ese es el principal problema de México.

Como país, es una chingonería.

Como pueblo, es una chingadera.

Y se inicia desde la escolaridad. Diablos, muchas veces desde la familia.

Carajo. ¿Dónde quedaron los valores? ¿Dónde quedó el respeto, la responsabilidad, dónde quedó la lealtad? ¿Dónde quedó la comprensión, la empatía? ¿DÓNDE?

¿Se perdió en el terremoto del 85?

¿La privatizó el inútil del gobierno?

¿Algún extranjero vino de vacaciones a Cancún y accidentalmente la compró?

¿Qué le pasó?

¿Se deshizo con tantos huracanes?

No entiendo.



Ya casi nadie sabe trabajar en equipo. Todos están más ocupados preocupándose por sus cosas, que tienen poco tiempo  de pensar en los demás.

Y, rayos, quizás es demasiado pedirles que piensen en alguien más. Quizás sus estructuras mentales son tan estrechas que la única persona que cabe dentro eres tú mismo.

Está bien. Se respeta y todo eso.

Pero, pues... que no te sorprenda la situación actual de las cosas.



Tampoco voy a venirles a decirles cómo trabajar en equipo, cuando yo a veces soy más individualista que el mismo gobierno de los E.U.A (jijiji, pls no me bombardeen). A veces no quiero tomar en cuenta las opiniones de los demás, a veces quiero hacer lo que yo quiero hacer. A veces -casi siempre- prefiero estar sola y hacer las cosas por mí misma.

Pero me gusta pensar que cuando la ocasión lo amerita, pongo de mi parte para hacer que las cosas funcionen. Pregunto las opinones ajenas y me esfuerzo, doy lo mejor de mí misma para sacar adelante algún trabajo, algún problema, algo...

A la mala, he aprendido que eso no es suficiente. Tú puedes trabajar tanto como te sea humanamente posible, pero si las demás personas en tu grupo se rehúsan a cargar su propio peso, déjame decirte que será algo desesperante, frustrante y hasta vano lo que podrás lograr.

Y al final, sólo te quedarán ganas de morirte y que los demás se mueran alv.



Aparentemente los demás, ustedes, y el resto de nosotros,  no hemos comprendido a la perfección lo esencial que es para la sociedad -cualquier sociedad- el trabajo en equipo. Carajo, somos una misma humanidad, pertenecemos a una misma especie. ¿Es que no podemos hacer a un lado nuestras diferencias para sacar adelante algo?

Pero no.

Muchos de ustedes están tan consumidos en sí mismos, que prefieren ir en contra de todo -con argumentos mega estúpidos- con tal de que no se haga el bien común. Se entiende, otra vez y se respeta. Cada quien tiene derecho a tener una opinión, por muy imbécil que sea.

Pero, diablos, te apegas a lo que la mayoría dice.

Y si no quieres, pues vete despidiéndote de tu grupo/equipo/sociedad, etc.

La democracia está por algo. Y tú no estás por encima del sistema ni por encima de alguien.




Finalizando, de verdad qué coraje me da cuando alguien se "ofende" porque te rehúsas a trabajar/acercarte/convivir con ellos. Es como si obviaran tanto sus pésimas actitudes, su pésimo trabajo y de verdad creen que son bien cúl.

No, no eres cúl.

Eres una perra (yo uso la palabra perra para dirigirme a ambos géneros. It's not personal, goddammit, just chill out)

Y nadie quiere tratar con las perras.



Trabajemos en equipo, amiguitos. Sé que a veces tenemos cosas que nos impiden apreciar el buen trabajo ajeno -nuestro perfeccionismo, nuestro individualismo, nuestra preferencia por la soledad, nuestra bajísima tolerancia hacia lo diferente y nuestra terquedad- pero piensen que así no es como se mueve al mundo.

Nosotros movemos al mundo, cuando queremos mover al mundo y a la dirección en que queramos mover al mundo.

Piénsenlo por un momento:

Si una persona puede hacer cosas grandes, ahora imagínense a 23 poniéndose de acuerdo, trabajando para alcanzar algo.




Pd:

No es personal, perras. Por favor. 



viernes, 2 de octubre de 2015

Machismo, Hembrismo Y El Porqué El Feminismo Es Para Ti





Aquí vengo a dejarles otro más de mis temas polémicos.


Se supone que este tema más o menos lo había tocado, meses atrás, pero debido a un par de situaciones que me he visto obligada a soportar, pensé que era necesario hacerlo de nuevo, pero esta vez, siendo más específica.

Si bien, la vez que hablé sobre el feminismo, lo hice para quejarme sobre una "amiga" que me llamó zorra y porque en facebook un cabrón me dijo que le fuera a preparar sánduitches, en esta ocasión va a ser diferente.

Vamos a hablar seriamente del feminismo, del machismo y del hembrismo.


Porque, diablos, es el 2015 y muchos de ustedes no tienen la más mínima idea de qué es cada cosa y eso es preocupante, así que empecemos de una vez.





Antes de abordar lo que es el feminismo, vamos a hablar del machismo:

El machismo es esa patética creencia antigüa de que los hombres son superiores a las mujeres y por lo tanto, merecen más beneficios y derivados.

Es fácil recordar el machismo: Está por todos lados.

Desde la religión, en donde casualmente los padres sí pueden consagrar el vino y la hostia, pero una monja no, hasta el cine y la televisión, en donde los papeles para los hombres siempre abundan, no importando la edad que tengas, y en cambio para las mujeres, esos papeles están condicionados por tu apariencia -medidas 90-60-90-, tu apellido, tu etnia, e incluso tu edad. Es más fácil sacar adelante a una "boy band" que a una "girl band", porque las mismas niñitas prefieren mil veces escuchar a una banda de chamacos sin gusto ni talento para la música que poner atención a grupos de chavitas que se esfuerzan, y que además tienen que conseguir sus propios medios, porque cuando las boyband pueden vender sexo, las girlband tienen que vender talento, personalidad, apariencia, vida e incluso sueños.

Es fácil ver el machismo, no se necesita ir muy lejos. Desde tener amigas y amigos que piensan que una mujer no está completa -ni feliz- sin tener a un hombre a su lado, hasta celebrar los mil acostones de tus amigos varones.

El "sírvele de comer a tu hermano", el "tráele el periódico a tu papá", el "no le contestes, porque es tu tío", el "cierra las piernas, así no se sientan las señoritas", el "no jugues con tus primos porque son bruscos", el "las niñas no maldicen", el "si se acostó con él, ¿con cuántos no se habrá acostado ya?".

Todos hemos dicho eso.

Si dicen que no, se están mintiendo a sí mismos y qué asquito me dan.





Todos en algún punto hemos/somos machistas. Es como parte de nuestra cultura y nuestra educación -sobre todo si estás ruco-, pero eso no signifique que está bien.

El machismo afecta a todos, tanto a hombres como mujeres. Una creería que la principal víctima del machismo es la mujer, pero en realidad también entra el hombre.

Con el machismo, viene la homofobia, la xenofobia, y demás derivados. Y no, es incorrecto, es impasable, no está cúl.


No hay espacio para el machismo aquí. Es el 2015, amiguitos, por amor a todo lo sagrado en el mundo, no podemos seguir viviendo así. Si tomaron biología en primero de secundaria, recordarán el principio de la supervivencia y la selección natural.

Aquellos que no evolucionan y se adaptan, se extinguen.

Bien sencillo.

Lo cual es bueno, porque así, ante un mundo que se va abriendo ante nuestros ojos, los cerrados van a perder.

Y se morirán alv.

Qué hermoDIGO inevitable es eso. Ustedes tienen el poder de elección de bando.


El machismo se puede disfrazar de muchas cosas.

Desde la lástima por nuestra amiga soltera, hasta la preocupación porque nuestro amigo homosexual enclosetado es cada vez más afeminado, pasando por la indignación que nos causa la vida sexual ajena -sobre todo la femenina-, llegando hasta nuestra ridícula creencia de que Diosito es hombre. (like, pls don't)

Y nosotros vivimos así. Nosotros somos así.

No. No. NO.

Se tiene que acabar, y a diferencia de lo que mucha gente cree -me consta que creen eso, porque los he escuchado decirlo en voz alta-, el machismo SÍ se puede erradicar (ESTOY DE ACUERDO CONTIGO, SOL)

Y ustedes dirán: "Omg, Charlie Marian, ¿cómo se puede erradicar el machismo si es problema generacional y de sociedad?"

Y yo contestaré: "Omg,  no sean imbéciles. Propaguemos el respeto ajeno y será suficiente", porque, créanlo o no, así me volví feminista.

Respetando a los ajenos y teniéndoles amor...

Y aquí es en donde cambiamos de tema.


El hembrismo:





El hembrismo es una corriente ideológica que estúpidamente te hace pensar que las mujeres son superiores a los hombres.

Mucha gente confunde al hembrismo con feminismo, y eso no está para nada cúl.


Tampoco está cúl que las mujeres seamos superiores a los hombres. ¿En qué universo sería eso aceptable?

Hay hembristas radicales -así como machistas- pero me parece muy ridículo que si la mujer ha estado bajo el yugo hetero-patriarcal de una sociedad conspirativa y opresiva, las mujeres a manera de rebelión quieran imponer lo mismo. Un yugo hetero-matriarcal.

like, what the seriously is wrong with you?

El hembrismo es el equivalente al machismo pero de sentido opuesto. Cual sea el caso, ambos están equivocados porque el extremismo es lo más irracional que se les pueda ocurrir.

Y ustedes podrán rezongar: "Omg, Charlie Marian, ¿cómo detenemos a las hembristas sin vernos como opresores?"

Y yo diré: "Omg, de la misma manera en que detenemos a los machistas sin vernos opresivos".

Exactamente de la misma manera, porque si este movimiento -que está conformado en casi su totalidad por mujeres- fuera un poco más lógico y tuviera tantita más coherencia, se darían cuenta que lo que tanto desprecian, es lo que terminan haciendo.




¿Y dónde entra aquí el feminismo, Charlie Marian?


Pues, el feminismo entra en que:



El feminismo es la simple creencia de que, tanto hombres como mujeres, merecemos la misma oportunidad de ser felices, sin importar nuestro género, raza, etnica, posición socio-política, posición económica, religión, orientación sexual, discapacidad, talentos, etc.

Eso es todo.

No hay más.

Muchos de ustedes piensan que es bien difícil pensar así, pero no lo es. ¿Saben cómo sé que no lo es?

Porque respetando y amando al prójimo, nos hace feministas. Simple y sencillo.

No es necesario que abandones tu fe. No es necesario que cambies de partido político. No es necesario que abandones tu etnia, tu grupo, tu "minoría".

Sólo se te pide respeto y amor. Punto.

Porque un hombre vale tanto como una mujer, y una mujer vale tanto como un hombre. Porque hombre y mujer son igualmente diferentes y esas diferencias nos alimentan y nos fortalecen como humanidad y como sociedad.

Pero basta ya de mirarnos por encima del hombro entre nosotros, entre nosotras. Basta ya de etiquetar a las personas, de buscar encasillarlas. Basta ya de querer marcar clichés, de querer convertir a las personas en productos.

Porque no somos productos.

El feminismo afecta tanto a hombres como mujeres.

A una mujer embarazada le dan 40 días antes del parto y 40 días después. A un hombre deben dárselos también.

A un hombre le dan prioridad a la hora de elegir puestos en trabajos donde habitualmente son ocupados por hombres. A una mujer deben darle la misma oportundidad.

A una mujer le pagan todo en las primeras citas. A un hombre también deben pagarlo todo en las primeras citas. -O cada quien paga su parte, como sea más cómodo-

A un hombre le dan menos oportunidad para la exploración de su individualidad, así como lo retienen de estar en contacto con sus sentimientos.

A una mujer prácticamente le cierran las piernas y le ponen un candado en su sexo, porque la sexualidad femenina es producto de morbo.

A un hombre le dan más peso en las sentencias.

A una mujer le dan menos oportunidad de recibir educación.

No, no, no.

Todo está mal.

Porque un hombre tiene tanto talento como una mujer. Porque una mujer puede tener la misma fuerza que un hombre. Porque un hombre puede tener tanta sensibilidad que una mujer. Porque una mujer puede tener tanta inteligencia como un hombre. Porque un hombre puede tener sentir tanta paternidad como una mujer siente maternidad.

Porque todos somos uno y al mismo tiempo, somos diferentes.

Segregarnos no nos conducirá a nada bueno.

El feminismo te invita a reinvidicar tu existencia como mujer/hombre y te propone luchar por los derechos de aquellos que han sido malogrados y/o violentados.

Porque como ya he dicho, la equidad no vendrá cuando se piense que el feminismo es un movimiento que busca puramente el beneficio de la mujer.

No es así.

Es para ambos.

Es para que, diablos, un hombre pueda llorar en público sin ser juzgado, para que una mujer pueda tomar de la mano a su novia, para que un hombre reciba el mismo castigo que cometió una mujer, para que una mujer pueda disfrutar de las mismas oportunidades laborales que los hombres pueden tener, para que un hombre pueda tomar de la mano a su novio, para que una mujer pueda estar sola y sentirse bien sin que la estén juzgando, para que un hombre pueda disfrutar verdaderamente de su familia y de las responsabilidades que eso conlleva, para que una mujer pueda disfrutar de su vida sexual, para que un hombre pueda acudir con la justicia cuando está siendo violentado por una mujer sin sentirse menos hombre.

Para que como hombres y mujeres que somos, podamos construir una sociedad abierta, liberal, actual, flexible, que abraza a la diversidad en su totalidad. Que respeta y agradece lo diferente, que aprecia lo similar.




Todo suena muy lindo, ¿No creen? Y hasta cierto punto inocente y platónico. Una linda utopía.


Pero yo esto no lo puedo hacer sola.

Este blog no va a resolver los problemas del mundo. Mis quejas no lo van a arreglar. Yo con mis manos pequeñas carentes de una manicure elegante no lo voy a poder lograr.

Necesito de los demás. Necesito de ti.



Como hombre y como mujer.


Y, aunque no lo quieran enfrentar, porque necesitamos del uno al otro para sobrevivir. Así que dejémonos de tonterías.

El feminismo es nuestra opción.

El feminismo es nuestra revolución.

Ayudemos a nuestras hermanas, porque estaremos ayudando a nuestros padres. Ayudemos a nuestros hijos, porque estaremos ayudando a nuestras madres.

Y así es esto.





Amémonos. Respetémonos. Seamos uno. Y aprendamos a vivir así.

No seamos indiferentes y finjamos que no vemos las desigualdades del mundo. No seamos parte de ese sector maligno y cancerígeno de la sociedad.

O bueno, si lo quieres ser, allá tú.

Recuerda que la selección natural va a venir por ti y tus seres queridos jijiji c:


Ni machismo ni hembrismo.



Elige el feminismo.


Y quítate ya esas tonterías sociales sobre los roles de género y mamada y media. Es patético, es anticuado y es estúpido.

jeez.