Autoestima, una palabra grande, difícil, que a más de alguno nos ha costado aprender. En éste mundo globalizado, pareciera ser que la autoestima es cada vez más valorada, pero menos promovida.
Y es que, seamos honestos, amigos, ¿Quién de verdad se va a sentir cómodo en su propia piel cuando en todos lados, el concepto de belleza es ser turbo delgado, turbo alto y con excelente estilo de ropa?
Aceptarse a sí mismo, según mi propia experiencia, es una de las cosas más difíciles. No es algo que se logre de un día para otro, o que tardes de un mes a otro el darte cuenta de que tienes que hacerlo. No. Valorarte, aceptarte y amarte es algo que te lleva toda la vida, porque vamos por la vida lidiando con gente tan ignorante que llega un momento en que de verdad crees en todo lo que te dicen.
Que si estás gordo, eres feo. Que si tienes granos en la cara, eres feo. Que si usas brackets o no los usas, eres feo. Que si tienes piel oscura, eres feo. Que si eres bajito, eres feo. Que si tienes nariz grande, eres feo. Que si tienes cicatrices, eres feo. Que si no eres de una manera, no cabes en el concepto de belleza de mucha parte de la humanidad y por consiguiente eres feo.
Y vaya, la autoestima va más allá de nuestro cuerpo físico, pero siendo realista, mucho tiene que ver nuestro aspecto con la aceptación que tengamos hacia nosotros mismos.
No, no tiene que ver nuestro aspecto. Tiene que ver la manera en que otros captan nuestro aspecto.
Todo comienza (o la mayoría de las veces) cuando iniciamos la pubertad, la adolescencia. Cuando somos niños, rara vez es la que nos damos cuenta de cómo nuestro aspecto influye en los demás. Una vez cumplidos los trece años y entrando a la secundaria, comenzabas a tener que lidiar con esto. Y claro, no es fácil, lo sé. No es fácil tener a treinta adolescentes hasta el cuello de hormonas (más o menos) en un salón, siete horas diarias. Treinta adolescentes inseguros, con miedo y confusión y con muchas interrogantes.
Creces y comienzas a darte cuenta de las cosas. Te despiertas un día y notas cómo un pequeño grano en tu frente ha crecido durante la noche, es rojizo, doloroso y da mucho asco. Te das cuenta de que estás ganando peso y notas que tienes vello en lugares considerados "poco estéticos". Te dicen que tu nariz es más grande de lo normal. Te recomiendan usar brackets y piensas que tus dientes son los más chuecos, los más amarillos, los más débiles de todo el mundo. Ves que la talla de tu bra es por mucho la más pequeña en todo tu grupo. Tu cabello no es lo suficientemente brilloso y tus piernas están más allá de lo que se consideraría "atractivo".
Observas en la televisión aquellos cuerpos tan hermosos y perfectos, con tonos de piel tan parejos y saludables, sin manchas ni granos ni grasa de más. Rectos, fuertes y bien cuidados.
Y claro, te desmoralizas, porque no puedes ser así de alta, no puedes ser así de delgada y no puedes ser así de bonita.
Quien niegue que alguna vez le haya pasado eso, está turbo mintiendo y me da lástima.
Poco después que no queda ni un aspecto tuyo físico que te agrade, comienzas a ver todo lo malo que eres. Eres torpe, eres tonto, eres antipático, no eres gracioso, eres aburrido, eres un nerd. Das lástima y por eso no tienes amigos ni eres popular.
No sólo no te basta con atacar tu propio exterior, sino atacas también tu interior, hasta que no queda nada.
Entonces, empiezas a atacar a los demás porque se ven (o tienen algo mejor) más felices que tú. Y los humillas, te vuelves excelente divisando puntos débiles y encontrando defectos ajenos. Te vuelves muy elocuente a la hora de señalarlos y ésa humillación te satisface por dentro.
Eres feliz al hacer infeliz a alguien más.
Cuando esto ya no te es suficiente, regresas a ti mismo otra vez. Y tus ataques se vuelven más y más agresivos. Ahora no sólo te conformas con mirarte al espejo con una mueca de asco y sentir desagrado por tu persona, sino que avanzas hasta la violencia física. Inicias con cosas sencillas, como tomar alcohol hasta perder el conocimiento, fumar como una chimenea (Y si no te ven, mucho mejor), inhalar cosas para que te distraigan y después llegas al punto de la agresión física. Te cortas, te apuñalas a ti mismo, te abofeteas, te quemas.
Te duele, pero eso disminuye de alguna manera el odio que sientes hacia ti mismo.
Voy a llegar hasta éste punto porque es demasiado triste y porque siendo sincera, no quiero pensar en algo más allá.
Orgullosamente voy a decir que yo jamás he llegado a atacar a nadie. Ni a mí misma ni a los demás, así que nunca he tenido éste tipo de problemas. Pero sé de unas personas que sí. Lo he presenciado y si recordamos mi naturaleza turbo empática y hasta cierto punto inocente y torpe, créanme, me ha dolido incluso más que éstas personas.
Todos tenemos problemas de autoestima. No me lo pueden negar. Así tengan once años y sean niñas muy felices, tengan treinta y ocho y estén casadas con hijos o tengan sesenta y sean hombres felices jubilados.
Todos tenemos problemas, lo sé. No se trata de no tenerlos.
Aquí lo importante y que nadie te dice (a mí nadie me lo dijo) son las consecuencias que tienen éstos problemas.
He pasado por cosas feas. Me han dicho cosas feas. He sido tratada de una forma fea. He pensado cosas muy feas de mí misma.
Y por alguna razón, he sabido salir adelante. Hubiera sido turbo genial ayuda psiquiátrica profesional y quizás no padecería mis problemas de ansiedad, trastornos del sueño y tendencias suicidas, pero bueno, eso ya es otra cosilla aparte.
Me consta que en éste mundo cada vez más globalizado, más "avanzado", más "educado", es cada vez menos empático, menos cálido, menos tolerante, menos HUMANO. Y sí, es bastante difícil ser la única chica negra musulmana en una escuela preparatoria en Canadá. Es bastante difícil ser el chico venezolano con sobrepeso y homosexual en una universidad. Es bastante difícil ser la chica de lentes, silla de ruedas y pelirroja en Alemania. Lo sé, es difícil vivir, existir y ser en un mundo que a cada paso que da, decide poner barreras, límites y cubrir sus estúpidos prejuicios usando el nombre de "moralidad".
Es difícil vivir en un mundo donde constantemente te están señalando tus errores, donde te señalan con la mirada por ser diferente y por pensar diferente.
Y no, amigos, no vengo con una solución a todos sus problemas personales. No la tengo de manera individual, porque no creo que exista una solución a algo que sea individual.
Si queremos que las cosas cambien, tenemos que hacer que cambien todos.
Hubo un momento de mi vida en donde llegué a sentirme la peor mierda del mundo. La mujer más horrible, más terrible, la peor de todas. La más fea, la más estúpida y la menos querida.
No fue sino hasta que leí la trillada frase: "La belleza está en los ojos de quien la mira". No la entendía, hasta que un extraño por internet me dijo: "Me gusta lo que escribes".
Eso cambió mi mundo.
"Me gusta lo que escribes".
"Guau, alguien piensa que lo que hago es válido, vale algo. Vale mucho. Le gusta. Lo encuentra entretenido. Piensa que sé hacer algo bien"
Y entonces todo dio un giro de trescientos sesenta grados.
De repente, y con ésa idea en la cabeza, me dije que quizás, si podía escribir algo bien, podría hacer otras cosas bien. Quizás, no sé, ¿practicar un deporte?
Y sí. Básquetbol resultó ser algo muy entretenido, muy liberador y resulta que de hecho, soy bastante buena.
"Guau, sé jugar básquetbol y escribir. Puedo hacerlo. Quizás pueda hacer algo más..."
Descubrí que, a pesar incluso de mi pasividad, soy relativamente buena aprendiendo idiomas. No tardé mucho en hallarle sentido al inglés. No lo dominaba (hasta la fecha todavía no) excelente, pero me defendía. Captaba a la primera. Me sentía muy genial al encontrarle sentido a algo que mis compañeros les resultaba difícil y sin sentido.
"Escribir, básquetbol, e inglés... entonces, debo hacer otras cosas bien"
Intenté en el mundo musical y turbo obvio NO. No soy buena cantante y con mucho esfuerzo logré pasar la clase de música usando la flauta.
Pero durante ésa lección de piano, oh mai gad, cómo lo disfruté. Cómo aprendí y cómo descubrí lo buena que era moviendo los dedos de una forma ágil, acariciando cada tecla con suavidad y dándole una armonía agradable.
"Escribir, básquetbol, inglés y ahora más o menos piano... Entonces, soy una persona valiosa. Quizás hasta llamativa".
Y sí, comencé a dejar mi pasividad e inhibición a un lado y dejé a mi espíritu hablar más en voz alta. Y los que me escucharon, me encontraron divertida, simpática, agradable, interesante.
Me encontraron (y cito): "Especial".
"Entonces, si soy especial, debo tener algo de bonita, porque la gente no escucha a cualquiera".
Sí. Era más bonita de lo que me atrevía a reconocer.
De la noche a la mañana noté cómo el color de mis ojos era algo poco usual. Era bonito, era brillante y era atractivo.
Meses después noté cómo mi nariz era recta, era bonita, era sencilla.
Noté cómo, a pesar de lo mucho que odiaba la parte baja de mi rostro, desde los labios hasta la barbilla, comenzó a tomar otra forma.
Mis labios ahora tenían una forma atractiva, de corazón, muy bonita, que me encantaba ver mis labios cerrados en un espejo porque me parecían los labios más bonitos de la vida. Mis dientes comenzaron a perder ése aspecto desordenado y poco higiénico y se volvieron más agradables, sin siquiera usar aparatos. Noté cómo mi barbilla, algo que yo odiaba mucho, dejó de dar la impresión de que tenía sobrepeso a causa de su poca extensión. Ahora era una barbilla redonda, pequeña, que me daba una imagen inocente y calmada.
Mi cabello por fin dejó de tomar forma. Ésos rizos tan desordenados, implacables y horribles que me resultaban, se volvieron en rizos manipulables y bonitos.
Me tardé cerca de ocho años aceptar mi cabello, incluso cuando mucha, mucha, MUCHA gente halagaba mi cabello, argumentando que ellos lo deseaban, que los rizos son hermosos. Me tardé cerca de ocho años escuchar los buenos comentarios que me hacían por mi "capacidad intelectual" tan "poco usual". Me tardé cerca de ocho años reconocer lo que hacía mal.
Porque vamos, este aspecto va muy ligado con nuestra autoestima. Aceptar nuestros errores.
Me daba pánico que señalaran mi falta de seguridad, mi torpeza, mi miedo, mis defectos.
Pero ahora los reconozco, los abrazo, los acepto. No todos los días, pero le echo muchas ganas.
Entonces, el mundo cambió.
Si antes, veía a alguien que la sociedad consideraba como "poco atractivo" o "feo", automáticamente sentía lástima por ellos.
Pero no. El mundo dejó de girar hacia donde giraba y comenzó a girar hacia donde debería girar.
Veo a las personas y soy incapaz de ver algo "feo" en ellos.
Sí, aquél hombre le falta medio brazo. ¿Pero has visto el adorable ángulo que su extremidad tiene?
Sí, aquella chica tiene granos en sus mejillas y frente. ¿Pero has visto qué hermosos pómulos tiene?
Sí, aquél chico tiene cejas demasiado pobladas, llegando a forma una sola. ¿Pero has visto qué actractivamente masculino se ve cuando las arquea?
Resultó ser una completa revelación para mí.
Apenas comencé a ver lo bueno, lo bonito, y lo maravilloso que tengo, comencé a ver lo bueno, lo bonito y lo maravilloso que el mundo y las personas tienen.
Es por eso que jamás me escucharás usar la oración "Qué fea está", "Debería operarse", "No debería usar ropa tan entallada, es demasiado obeso", "Está guapa porque es güerita" (palabra que me parece de lo más ignorante, por cierto). "Qué naca se ve pintándose el cabello de colores si es morena oscura".
No.
¿Por qué debería seguir a aquella gente, que por negocio y auto-bienestar, me hizo sentir tan mal conmigo misma al no poseer las características que ellos buscan?
Es por eso que me turbo incomoda cuando comienzan a criticar el aspecto, la manera de ser, de vestirse de alguien. Porque la belleza está en quien la mira, y si eres incapaz de ver la belleza ajena, entonces no puedes reconocer la tuya.
Y si no puedes reconocer la tuya, tienes problemas de autoestima.
Y si tienes problemas de autoestima, eventualmente comenzarás a atacar a otros.
Y perdón, pero yo no necesito ni quiero ésa clase de mierda en mi vida.
Todos somos diferentes, sí. Todos sentimos diferente, sí. Todos venimos de diferentes lugares, sí. Todos tenemos diferentes gustos, sí.
No vengo a imponer ni a nada, no es mi estilo.
Pero sépanlo:
Si ustedes no aceptan a los demás, ¿Cómo es que piden que los acepten a ustedes? ¿Cómo pueden aceptarse a sí mismos?
"La gente puede aceptarte por cómo eres, o se pueden ir a la chingada"
Sé que tiene mucho efecto el que por mucho tiempo te hayan dicho que eres un idiota, que eres feo y que no puedes.
Pero esto es lo que sé al respecto:
"Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento".
Así que está en tus manos ser feliz, ser amado y amar. Porque para dar el primer paso, tienes que darlo contigo mismo. Suena cruel, pero nacimos solos y nos vamos a morir solos. Al final, sólo nos tenemos a nosotros mismos. ¿Por qué no conocernos, descubrirnos, amarnos y aceptarnos?
Echémonos porras. Descubramos nuestras fortalezas para saber aprovechar nuestras debilidades. Tengamos seguridad. Amémonos.
Seamos capaces de, cuando alguien nos pregunte por nuestras habilidades, responder con aplomo:
No tengamos miedo de reconocerlo :)
Sé que no es fácil, y que requiere tiempo y trabajo, pero la cuestión es querer hacerlo. Sé que paso mucho tiempo quejándome por mi peso, por mi cabello y así, pero eso no significa que no sepa el gran hermoso y valioso regalo que soy a la humanidad y que si me perdieran, estarían totalmente perdidos 8-)
PD:
Muchos dicen que la reina del self-love es Lady Gaga, pero ella cae más en el narcisismo. P!nk es quien de verdad habla sobre lo que es pelear contra uno mismo :) Además, la turbo amo y quisiera casarme con ella :)