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viernes, 27 de marzo de 2015

El arte de amarte a ti mismo.





Autoestima, una palabra grande, difícil, que a más de alguno nos ha costado aprender. En éste mundo globalizado, pareciera ser que la autoestima es cada vez más valorada, pero menos promovida.

Y es que, seamos honestos, amigos, ¿Quién de verdad se va a sentir cómodo en su propia piel cuando en todos lados, el concepto de belleza es ser turbo delgado, turbo alto y con excelente estilo de ropa?

Aceptarse a sí mismo, según mi propia experiencia, es una de las cosas más difíciles. No es algo que se logre de un día para otro, o que tardes de un mes a otro el darte cuenta de que tienes que hacerlo. No. Valorarte, aceptarte y amarte es algo que te lleva toda la vida, porque vamos por la vida lidiando con gente tan ignorante que llega un momento en que de verdad crees en todo lo que te dicen.

Que si estás gordo, eres feo. Que si tienes granos en la cara, eres feo. Que si usas brackets o no los usas, eres feo. Que si tienes piel oscura, eres feo. Que si eres bajito, eres feo. Que si tienes nariz grande, eres feo. Que si tienes cicatrices, eres feo. Que si no eres de una manera, no cabes en el concepto de belleza de mucha parte de la humanidad y por consiguiente eres feo.

Y vaya, la autoestima va más allá de nuestro cuerpo físico, pero siendo realista, mucho tiene que ver nuestro aspecto con la aceptación que tengamos hacia nosotros mismos.
No, no tiene que ver nuestro aspecto. Tiene que ver la manera en que otros captan nuestro aspecto. 



Todo comienza (o la mayoría de las veces) cuando iniciamos la pubertad, la adolescencia. Cuando somos niños, rara vez es la que nos damos cuenta de cómo nuestro aspecto influye en los demás. Una vez cumplidos los trece años y entrando a la secundaria, comenzabas a tener que lidiar con esto. Y claro, no es fácil, lo sé. No es fácil tener a treinta adolescentes hasta el cuello de hormonas (más o menos) en un salón, siete horas diarias. Treinta adolescentes inseguros, con miedo y confusión y con muchas interrogantes.

Creces y comienzas a darte cuenta de las cosas. Te despiertas un día y notas cómo un pequeño grano en tu frente ha crecido durante la noche, es rojizo, doloroso y da mucho asco. Te das cuenta de que estás ganando peso y notas que tienes vello en lugares considerados "poco estéticos". Te dicen que tu nariz es más grande de lo normal. Te recomiendan usar brackets y piensas que tus dientes son los más chuecos, los más amarillos, los más débiles de todo el mundo. Ves que la talla de tu bra es por mucho la más pequeña en todo tu grupo. Tu cabello no es lo suficientemente brilloso y tus piernas están más allá de lo que se consideraría "atractivo".

Observas en la televisión aquellos cuerpos tan hermosos y perfectos, con tonos de piel tan parejos y saludables, sin manchas ni granos ni grasa de más. Rectos, fuertes y bien cuidados. 

Y claro, te desmoralizas, porque no puedes ser así de alta, no puedes ser así de delgada y no puedes ser así de bonita.

Quien niegue que alguna vez le haya pasado eso, está turbo mintiendo y me da lástima.



Poco después que no queda ni un aspecto tuyo físico que te agrade, comienzas a ver todo lo malo que eres. Eres torpe, eres tonto, eres antipático, no eres gracioso, eres aburrido, eres un nerd. Das lástima y por eso no tienes amigos ni eres popular. 

No sólo no te basta con atacar tu propio exterior, sino atacas también tu interior, hasta que no queda nada.





Entonces, empiezas a atacar a los demás porque se ven (o tienen algo mejor) más felices que tú. Y los humillas, te vuelves excelente divisando puntos débiles y encontrando defectos ajenos. Te vuelves muy elocuente a la hora de señalarlos y ésa humillación te satisface por dentro.

Eres feliz al hacer infeliz a alguien más.



Cuando esto ya no te es suficiente, regresas a ti mismo otra vez. Y tus ataques se vuelven más y más agresivos. Ahora no sólo te conformas con mirarte al espejo con una mueca de asco y sentir desagrado por tu persona, sino que avanzas hasta la violencia física. Inicias con cosas sencillas, como tomar alcohol hasta perder el conocimiento, fumar como una chimenea (Y si no te ven, mucho mejor), inhalar cosas para que te distraigan y después llegas al punto de la agresión física. Te cortas, te apuñalas a ti mismo, te abofeteas, te quemas.

Te duele, pero eso disminuye de alguna manera el odio que sientes hacia ti mismo.


Voy a llegar hasta éste punto porque es demasiado triste y porque siendo sincera, no quiero pensar en algo más allá. 

Orgullosamente voy a decir que yo jamás he llegado a atacar a nadie. Ni a mí misma ni a los demás, así que nunca he tenido éste tipo de problemas. Pero sé de unas personas que sí. Lo he presenciado y si recordamos mi naturaleza turbo empática y hasta cierto punto inocente y torpe, créanme, me ha dolido incluso más que éstas personas.

Todos tenemos problemas de autoestima. No me lo pueden negar. Así tengan once años y sean niñas muy felices, tengan treinta y ocho y estén casadas con hijos o tengan sesenta y sean hombres felices jubilados.

Todos tenemos problemas, lo sé. No se trata de no tenerlos. 

Aquí lo importante y que nadie te dice (a mí nadie me lo dijo) son las consecuencias que tienen éstos problemas.

He pasado por cosas feas. Me han dicho cosas feas. He sido tratada de una forma fea. He pensado cosas muy feas de mí misma.

Y por alguna razón, he sabido salir adelante. Hubiera sido turbo genial ayuda psiquiátrica profesional y quizás no padecería mis problemas de ansiedad, trastornos del sueño y tendencias suicidas, pero bueno, eso ya es otra cosilla aparte. 

Me consta que en éste mundo cada vez más globalizado, más "avanzado", más "educado", es cada vez menos empático, menos cálido, menos tolerante, menos HUMANO. Y sí, es bastante difícil ser la única chica negra musulmana en una escuela preparatoria en Canadá. Es bastante difícil ser el chico venezolano con sobrepeso y homosexual en una universidad. Es bastante difícil ser la chica de lentes, silla de ruedas y pelirroja en Alemania. Lo sé, es difícil vivir, existir y ser en un mundo que a cada paso que da, decide poner barreras, límites y cubrir sus estúpidos prejuicios usando el nombre de "moralidad".

Es difícil vivir en un mundo donde constantemente te están señalando tus errores, donde te señalan con la mirada por ser diferente y por pensar diferente. 





Y no, amigos, no vengo con una solución a todos sus problemas personales. No la tengo de manera individual, porque no creo que exista una solución a algo que sea individual.

Si queremos que las cosas cambien, tenemos que hacer que cambien todos.

Hubo un momento de mi vida en donde llegué a sentirme la peor mierda del mundo. La mujer más horrible, más terrible, la peor de todas. La más fea, la más estúpida y la menos querida.

No fue sino hasta que leí la trillada frase: "La belleza está en los ojos de quien la mira". No la entendía, hasta que un extraño por internet me dijo: "Me gusta lo que escribes".

Eso cambió mi mundo.

"Me gusta lo que escribes".

"Guau, alguien piensa que lo que hago es válido, vale algo. Vale mucho. Le gusta. Lo encuentra entretenido. Piensa que sé hacer algo bien"

Y entonces todo dio un giro de trescientos sesenta grados.

De repente, y con ésa idea en la cabeza, me dije que quizás, si podía escribir algo bien, podría hacer otras cosas bien. Quizás, no sé, ¿practicar un deporte?

Y sí. Básquetbol resultó ser algo muy entretenido, muy liberador y resulta que de hecho, soy bastante buena.

"Guau, sé jugar básquetbol y escribir. Puedo hacerlo. Quizás pueda hacer algo más..."

Descubrí que, a pesar incluso de mi pasividad, soy relativamente buena aprendiendo idiomas. No tardé mucho en hallarle sentido al inglés. No lo dominaba (hasta la fecha todavía no) excelente, pero me defendía. Captaba a la primera. Me sentía muy genial al encontrarle sentido a algo que mis compañeros les resultaba difícil y sin sentido.

"Escribir, básquetbol, e inglés... entonces, debo hacer otras cosas bien"

Intenté en el mundo musical y turbo obvio NO. No soy buena cantante y con mucho esfuerzo logré pasar la clase de música usando la flauta. 
Pero durante ésa lección de piano, oh mai gad, cómo lo disfruté. Cómo aprendí y cómo descubrí lo buena que era moviendo los dedos de una forma ágil, acariciando cada tecla con suavidad y dándole una armonía agradable.

"Escribir, básquetbol, inglés y ahora más o menos piano... Entonces, soy una persona valiosa. Quizás hasta llamativa".

Y sí, comencé a dejar mi pasividad e inhibición a un lado y dejé a mi espíritu hablar más en voz alta. Y los que me escucharon, me encontraron divertida, simpática, agradable, interesante.

Me encontraron (y cito): "Especial".

"Entonces, si soy especial, debo tener algo de bonita, porque la gente no escucha a cualquiera".

Sí. Era más bonita de lo que me atrevía a reconocer.

De la noche a la mañana noté cómo el color de mis ojos era algo poco usual. Era bonito, era brillante y era atractivo. 

Meses después noté cómo mi nariz era recta, era bonita, era sencilla.

Noté cómo, a pesar de lo mucho que odiaba la parte baja de mi rostro, desde los labios hasta la barbilla, comenzó a tomar otra forma.

Mis labios ahora tenían una forma atractiva, de corazón, muy bonita, que me encantaba ver mis labios cerrados en un espejo porque me parecían los labios más bonitos de la vida. Mis dientes comenzaron a perder ése aspecto desordenado y poco higiénico y se volvieron más agradables, sin siquiera usar aparatos. Noté cómo mi barbilla, algo que yo odiaba mucho, dejó de dar la impresión de que tenía sobrepeso a causa de su poca extensión. Ahora era una barbilla redonda, pequeña, que me daba una imagen inocente y calmada.

Mi cabello por fin dejó de tomar forma. Ésos rizos tan desordenados, implacables y horribles que me resultaban, se volvieron en rizos manipulables y bonitos.

Me tardé cerca de ocho años aceptar mi cabello, incluso cuando mucha, mucha, MUCHA gente halagaba mi cabello, argumentando que ellos lo deseaban, que los rizos son hermosos. Me tardé cerca de ocho años escuchar los buenos comentarios que me hacían por mi "capacidad intelectual" tan "poco usual". Me tardé cerca de ocho años reconocer lo que hacía mal.

Porque vamos, este aspecto va muy ligado con nuestra autoestima. Aceptar nuestros errores.

Me daba pánico que señalaran mi falta de seguridad, mi torpeza, mi miedo, mis defectos. 

Pero ahora los reconozco, los abrazo, los acepto. No todos los días, pero le echo muchas ganas.

Entonces, el mundo cambió.



Si antes, veía a alguien que la sociedad consideraba como "poco atractivo" o "feo", automáticamente sentía lástima por ellos. 

Pero no. El mundo dejó de girar hacia donde giraba y comenzó a girar hacia donde debería girar.

Veo a las personas y soy incapaz de ver algo "feo" en ellos. 

Sí, aquél hombre le falta medio brazo. ¿Pero has visto el adorable ángulo que su extremidad tiene?

Sí, aquella chica tiene granos en sus mejillas y frente. ¿Pero has visto qué hermosos pómulos tiene? 

Sí, aquél chico tiene cejas demasiado pobladas, llegando a forma una sola. ¿Pero has visto qué actractivamente masculino se ve cuando las arquea?


Resultó ser una completa revelación para mí.

Apenas comencé a ver lo bueno, lo bonito, y lo maravilloso que tengo, comencé a ver lo bueno, lo bonito y lo maravilloso que el mundo y las personas tienen.

Es por eso que jamás me escucharás usar la oración "Qué fea está", "Debería operarse", "No debería usar ropa tan entallada, es demasiado obeso", "Está guapa porque es güerita" (palabra que me parece de lo más ignorante, por cierto). "Qué naca se ve pintándose el cabello de colores si es morena oscura".

No.

¿Por qué debería seguir a aquella gente, que por negocio y auto-bienestar, me hizo sentir tan mal conmigo misma al no poseer las características que ellos buscan?



Es por eso que me turbo incomoda cuando comienzan a criticar el aspecto, la manera de ser, de vestirse de alguien. Porque la belleza está en quien la mira, y si eres incapaz de ver la belleza ajena, entonces no puedes reconocer la tuya.

Y si no puedes reconocer la tuya, tienes problemas de autoestima.

Y si tienes problemas de autoestima, eventualmente comenzarás a atacar a otros.

Y perdón, pero yo no necesito ni quiero ésa clase de mierda en mi vida.




Todos somos diferentes, sí. Todos sentimos diferente, sí. Todos venimos de diferentes lugares, sí. Todos tenemos diferentes gustos, sí.

No vengo a imponer ni a nada, no es mi estilo.

Pero sépanlo:

Si ustedes no aceptan a los demás, ¿Cómo es que piden que los acepten a ustedes? ¿Cómo pueden aceptarse a sí mismos?


"La gente puede aceptarte por cómo eres, o se pueden ir a la chingada"


Sé que tiene mucho efecto el que por mucho tiempo te hayan dicho que eres un idiota, que eres feo y que no puedes.

Pero esto es lo que sé al respecto:

"Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento".

Así que está en tus manos ser feliz, ser amado y amar. Porque para dar el primer paso, tienes que darlo contigo mismo. Suena cruel, pero nacimos solos y nos vamos a morir solos. Al final, sólo nos tenemos a nosotros mismos. ¿Por qué no conocernos, descubrirnos, amarnos y aceptarnos?


Echémonos porras. Descubramos nuestras fortalezas para saber aprovechar nuestras debilidades. Tengamos seguridad. Amémonos.

Seamos capaces de, cuando alguien nos pregunte por nuestras habilidades, responder con aplomo:



No tengamos miedo de reconocerlo :)

Sé que no es fácil, y que requiere tiempo y trabajo, pero la cuestión es querer hacerlo. Sé que paso mucho tiempo quejándome por mi peso, por mi cabello y así, pero eso no significa que no sepa el gran hermoso y valioso regalo que soy a la humanidad y que si me perdieran, estarían totalmente perdidos 8-) 


PD: 

Muchos dicen que la reina del self-love es Lady Gaga, pero ella cae más en el narcisismo. P!nk es quien de verdad habla sobre lo que es pelear contra uno mismo :) Además, la turbo amo y quisiera casarme con ella :) 

viernes, 20 de marzo de 2015

Cerrar ciclos.


Tengo esta anécdota que me da mucha risa cada vez que la recuerdo:

Cuando estaba en la secundaria, (mi segunda secundaria), la gente ahí no era muy gentil conmigo que digamos. No eran buenos compañeros, tenían pensamientos estrechos y cuadrados y muchos de mis compañeros tenían complejo de inferioridad y buscaban atención por cualquier medio. Así pasaron dos años.
Durante ésos dos años, me era difícil encontrarles una razón que excusara su comportamiento. No me agradaban, no los consideraba realmente mis amigos. Eran mis compañeros. Eso era todo. Ellos JAMÁS reemplazarían a mis antiguas amistades (de la primera secundaria). Jamás nunca.

Entonces me gradué y las cosas cambiaron.

Entré a la preparatoria y, aunque conocí a gente buena onda e hice buenos amigos que hasta la fecha conservo, una parte de mí se pudrió y se retorció. La visión y pensamientos que tenía de mis viejos compañeros de secundaria cambió radicalmente. Comencé a extrañarlos, comencé a adorarlos, comencé a ver todo lo bueno que no había visto en nuestros años de convivencia. Idealicé muchas de mis amistades, fui positiva con muchas de mis malas experiencias y al final, un pedacito de mi corazón se quedó vacío al sentir que los necesitaba.

Yo buscaba por muchos medios las maneras para verlos. Les pedía (casi suplicaba) que salieran conmigo a convivir. Les pedía que nos viéramos para mantenernos al tanto de nuestras vidas. Les pedía que tuviéramos una comunicación decentemente frecuente.

Muchos se reían de mí. ¿Por qué, si durante tanto tiempo los rechacé, de la nada quería ser amiga de todos?

Desarrollé sentimientos románticos hacia más de alguno y sentía que me moría un poquito por dentro cada vez que no estaba con mi mejor amiga.

Todo era una locura. Les hacía vídeos para publicarlos en youtube y demostrarles lo mucho que los quería, lo mucho que me importaban y lo mucho que estaba dispuesta a perder por ellos. Lo hice. Guardaba con melancolía mis aventuras y mis malas pasadas. Siempre que salía temprano de la preparatoria, buscaba la manera de regresar a mi secundaria (porque también es prepa, turbo lol) para ver si podía encontrarme con alguno de mis amigos.

Éramos un grupo. Éramos amigos. Éramos ZanFe.



Pero entonces pasó el tiempo y me di cuenta de la tremenda ridiculez a la que me estaba sometiendo. Podía ver la burla con la que ellos me miraban, podía sentir las palabras filosas que soltaban a mis espaldas. Podía ver la realidad de ellos, mis "amigos". 

No era que yo los extrañara. Era que extrañaba mi vida de antes. Extrañaba ésas sensaciones de pánico y estrés, de confusión y sorpresa, de decepción y malestar. Extrañaba todo eso.

No podía cerrar mi círculo con ellos. 

Y así fueron pasaron los meses. Con el tiempo, dejé de buscarlos, dejé de responderles, dejé de ser su amiga. Dejé de representar ésa tonta niña de 15 años que pensaba que todos eran buenos y que todos querían ser sus amigos.

Dejé de estar en ése agujero de miseria y decepción que me provocaba no ser correspondida por mi entusiasmo y optimismo. Dejé de estar ciega.

Por lo que, durante mi último año de preparatoria, me dije a mí misma que sería suficiente.

"Hasta aquí llego yo".

Y hasta ahí llegué yo. Cerré mi ciclo, tajante, molesta y con una seguridad tan poco propia de mí.

Naturalmente, más de alguno se sorprendió. Más de alguno se ofendió.

Pero, es que en realidad, amigos, a mí eso no me importaba. ¿Amigos? ¿Yo necesitaba amigos?

No, gracias. Yo estaba bien con mi etapa de la preparatoria.

¿Yo, los necesitaba a ellos?

Por supuesto que NO.

Mi problema, como el de muchos, era que no podía cerrar mis ciclos. Era incapaz de darme cuenta cuándo era tiempo de decir adiós. Me resultaba increíblemente doloroso dejar ir.


Pero lo hice. Terminé por hacerlo.

Y más que la necesidad de tener más de un desaire para decidirme a hacerlo, fue mi propia necesidad de sentirme bien conmigo misma. 

Estaba sufriendo demasiado y eso no era correcto. Era una niña de 17 años bastante infeliz.

Pero lo hice. Me deshice de ello. Cerré mi círculo sin culpa, sin vacilar, y sin mirar atrás.



Los ciclos están siempre presentes en nuestra vida. Ya sea en algo tan poco llamativo como el final de tu programa favorito (Glee), como  algo tan fuerte como el hecho de dejar la adolescencia y llegar oficialmente a la edad "adulta" a tan sólo unas semanas (cumplo 20 años el 8 de abril).

Terminar relaciones amorosas o amistosas. Terminar con sueños imposibles y deseos escondidos. Terminar la carrera. Terminar mi vida...

El tiempo siempre está medido. Por segundos, por épocas, por etapas, por sucesos... Pero también por ciclos.

En mi opinión, y para tener la edad que tengo, no sabría decirles con elocuencia cómo cerrar un círculo. A mis 19, casi 20, años, todavía me es un poco difícil saber cuándo es tiempo de cerrar una cierta amistad, un cierto noviazgo, un cierto camino. Me es difícil. No creo que exista alguien que pueda hacerlo en un abrir y cerrar de ojos.

Es parte de nuestra naturaleza humana aferrarnos a algo que nos hizo feliz, aunque sea por diez minutos. Es la esperanza de revivir ése sentimiento lo que nos mantiene pegados al ciclo, sin considerar seriamente que, tras ésa etapa, seguirán más y mejores.
El miedo a jamás volver a sentir lo que sentimos, jamás volver a vivir lo que vivimos y jamás volver a tener las mismas oportunidades es lo que muchas veces nos impide vivir bien.

No, sé que nunca volveré a tener otra etapa de secundaria (al menos no en esta vida y como Charlie Marian). Sé que nunca volveré a tener los mismos amigos, las mismas oportunidades, los mismos caminos, las mismas lecciones... Lo sé.

Pero, ¿Eso necesariamente es algo malo?



No entendía por qué mi ex novio (el único que me ha dejado, quisiera recalcar. A mí todos me aman) había decidido terminar conmigo así de la nada. No entendía por qué mi primera mejor amiga había tomado la decisión de mandarme por un tubo. No entendía por qué debía hacer examen de admisión para la preparatoria, si en mi secundaria había preparatoria incluída. No entendía por qué mis amigos de la secundaria se sorprendían tanto de que yo insistiera demasiado en verlos.

No entendía por qué, si a mí me resultaba complicado seguir con mi vida, a los demás no.

Y la vida no es así, amigos. 

Tampoco se trata de mandar a la chingada a todos y todo sólo porque cumpliste 18 años, o porque ya tienes carro, o porque terminaste con tu novia. No.

Aquí la clave es saber cuando es suficiente de algo. Es saber cuando algo ya no da para más. Eso es difícil. Muy difícil.


En lo que a mí respecta, las lecciones son éstas:

*Las oportunidades que tenemos en la vida están indudablemente ligadas a las veces que terminemos con algo. 
*Las etapas, los ciclos, las relaciones, como quieran llamarles, se pudren también. Debemos enfocarnos y ser analíticos para cuando las cosas comiencen a oler mal. Tampoco digo que al primer problema, te laves las manos y te deslindes de todo. No. Pero sí entender cuándo algo ya no es sano. Cuando algo ya lleva demasiado tiempo "muerto" y es difícil llevarlo a cuestas.
*El dolor que esto conlleva, es opcional.
Sí, nos va a doler, sí, será difícil. Pero sufrir por eso como yo lo hice por varios años es opcional. Yo elegí eso, porque creí que era menos traumatico que decir adiós. Ahora si me preguntaran, hubiera preferido decir adiós a todos mucho antes.


La vida se compone de momentos. Buenos y malos. Se compone de sabiduría y de estupidez. Se compone de fracasos y de aciertos. 

Pero la vida se divide en ciclos. ¿Hay vida más allá de un corazón roto? ¡Claro que la hay! Soy la prueba viviente de ello. En el momento en que decidí vivir, comencé a vivir más.




El programa de Glee, como muchos sabrán, hoy cerró su ciclo. Yo no estuve durante los 6 años de proyección. Sólo estuve en 4. Y aún así (y me consta que estoy hablando de un programa de televisión estadounidence de dudoso presupuesto), Glee significó mucho para muchas personas. Lo sé. Significó mucho para mí también. Puedo decir con seguridad que mucho de lo que sé ahora, es debido al mensaje principal del programa (Y aunque no fuera el caso, yo solita llegué a mis propias conclusiones).
No se trata de estar tristes y preocupados porque jamás habrá un programa como Glee otra vez en el milenio. No.

Se trata de vivir las lecciones.



No se trata de vivir en el recuerdo. Se trata de celebrar el legado.



(De mis canciones turbo ultra favoritas :D )





viernes, 13 de marzo de 2015

Viernes 13 Y Buena Suerte.



No soy una persona supersticiosa, amigos. Puedo pasar tranquilamente por debajo de una escalera, puedo abrir una sombrilla en un lugar cerrado, puedo acariciar un gato negro sin inmutarme. Sinceramente no creo que pisar las grietas del suelo vaya a afectar de alguna manera en cómo me irá en el día, o que las líneas de mi mano tengan escondido mi futuro. No creo en ésas cosas, no quiero dejarme convencer que eso es realidad.

¿Que si tengo rituales? OF COURSE I DO. 

Por ejemplo, uso los zapatos (además de asegurarme de que combinen) de acuerdo a los recuerdos que me trigan. Normalmente uso collares, pero cuando sé que será un día pesado y estresante, me llevo uno en especial. Cuando estoy nerviosa, lo toqueteo (me ayuda mucho con mis problemas de ansiedad y estrés). También al despedirme de mi mamá, le doy un abrazo. No suelo escribir mis proyectos en la escuela porque siento que se contaminan y sólo lo hago cuando voy muy atrasada. Y los utencilios pequeños como cucharas y tenedores son los últimos que lavo.

Mucho de lo que hago no tiene sentido (pueden preguntarle a mis ex 8-)), pero para mí funciona. Es como un hábito, una rutina, pero no siento que de alguna manera romper con ellos vaya a cambiar radicalmente mi día.

Hoy es viernes 13, y de tantas cosas posibles relacionadas con el horror que pude haber elegido para escribir, elegí la suerte. ¿Por qué? Porque la suerte me da un chingo de miedo.

El solo pensar que nuestro futuro está a la merced de cualquier voluntad al azar y que decidirá cada uno de mis pasos, es algo que me da escalofríos. Eso me parece patético, irresponsable y sumamente estúpido. 

¿Tenemos elección ante las cosas que nos pasen? Muchas veces, NO. No decidimos enfermarnos de cáncer y morir a los 6 años. No decidimos ir a un cine donde un tipo pirado está listo para desenfundar y dar cuello a todos. No decidimos viajar para morir en el intento. Son cosas fuera de nuestro alcance, eso no está en nosotros.

Y podrían discutirme apelando a las absurdas (porque son absurdas, no lo niguen) leyes de la naturaleza: 

"Si te cuidas y haces ejercicio, no te dará cáncer", "si vas a un cine de calidad, eso no pasará", "si viajas por avión, es menos probable que mueras".

No. ESO NO SE MANEJA ASÍ. Conozco mucha gente que estaba perfectamente de salud, que comía saludable y hacía ejercicio y enfermó de cosas terribles. Conozco gente que por un momento de recreción inofensiva, perdió la vida. Conozco gente que aunque no saliera de vacaciones, moría de todas maneras.



¿Creen, entonces, que los rastros de te en nuestra taza favorita estén escondidos todos los secretos de nuestro futuro? ¿Creen que por medio de cartas es factible adivinar la posibilidade de tener mucho dinero, o de nuestra fecha de muerte? ¿Creen que  un "collar mágico" sea capaz de divisar la cantidad de hijos que tendremos?

 

*Se ríe en voz baja*

Obvio no juzgo a alguien. Tengo amigos a quienes amo mucho que son creyentes de éstas cosas y está bien. Como he dicho, yo no vengo a imponer nada, sólo doy mi opinión.

Creo que es patético pensar que una está atada a las situaciones que la vida "prepara" para ti específicamente, ignorando que lo mismo sucede con otros miles de millones. Creo que es irresponsable no tomar el volante del destino por "predisposición" a las cosas buenas o malas (más malas que buenas). Creo que es estúpido justificarnos con el "las cosas pasan por algo". 

Las cosas no pasan por "algo". Las cosas pasan y ya. No tienes que verle el lado "subliminal" a la vida.

¿Te pasan cosas y sientes que son mensajes? No sé. Podría ser. ¿Importaría mucho si lo descriframos? Tal vez, lo ignoro.

¿Es cansado verle el lado "divino" a las cosas? POR SUPUESTO QUE SÍ.

Vaya, cuando les digo que soy una persona un poco "especial", es porque de verdad lo soy. No lo digo por tener poderes sobrenaturales de ver y escuchar  a los no-vivos,  tampoco lo digo porque mi pensamiento es uno en un millón, ni por mis creencias, comportamientos, sueños o incluso mi profesión. No. 

Digamos que suelo meterme en situaciones "especiales". Cosas que yo no puedo modificar a mi antojo, que quede registrado. No, yo no muevo ni rocas ni montañas con la mente, pero aparentemente estoy muy disponible a las cosas raras.

Sé que León no es la metrópoli del mundo y así, pero, ¿cuál es la probabilidad de que en mi actual "universidad", esté una persona de mi pasado? Sí, una de mi primera primaria, sí, una de mi segunda primaria, una de mi primera secundaria y una de mi segunda secundaria y una de mi prepa.

Like, seriously, what the fuck?

Okey, okey, digamos que "estuve en muchas escuelas". Ok.

¿Cuál es la probabilidad de que, un hombre que era (es) muy amigo mío en la infancia, ahora sea súper turbo bi ef ef de otro hombre que era (es) muy amigo mío en la adolescencia tardía?

¿Cuál es la probabilidad de encontrármelos en un sitio, a los dos juntos?

*Saca su libreta de probabilidad y estadística*

 


Vamos a casos más tristes, amigos.

¿Cuál es la probabilidad de que la novia del que era (según yo) el amor de mi vida, SE LLAME COMO YO?

¿Cuál es la probabilidad de que, habiendo tantas escuelas, tantos grupos, tantos niños, me toque dar matemáticas a un grupo en donde hay un niño que se parece un MONTÓN a mi EX?



Mucha gente podría considerarse en mi lugar como "desafortunada". Pero no lo soy. Estoy consciente de que hay mucha gente a la que le va mejor que a mí, lo sé, no me acompleja eso. Estoy consciente de que suelo tomar decisiones turbo estúpidas y que me estanco en el charco de lodo que yo solita hago. Sé que carezco de cosas y exagero en otras.

Pero no soy desafortunada 

Sí, el ex amor de mi vida tiene una novia que se llama como yo. Sí, mis mejores amigas ahora se hicieron turbo mejores amigas y me odian a mí. Sí, salgo a la calle y siempre he de encontrarme con un rostro familiar. Sí, estoy hasta el cuello de anécdotas que prueban que Diosito tiene sentido del humor.

Pero vaaamos, yo no controlo eso. Eso no proviene de mi falta de fe hacia las cosas "místicas". Eso no proviene de mi "camino estrictamente trazado". Eso ni siquiera viene de mi propio ser. (Créanme, soy la última persona que desearía saber que el ex amor de su vida tiene un amor de SU vida que se llame como yo. Es asquerosamente humillante)

Así son las cosas. Pasan, no pasan, continuan pasando y dejan de pasar. 

¿Que si me gustan?:

¿Qué importa si me gusta lo que me pasa? Me pasa. Así es esto. 

No creo que deba caminar por una vereda que está completamente rodeada por mallas electricas y alambre de púas. Yo creo firmemente en el libre albedrío que Diosito nos ha regalado a todos.

Creo en que no fue "destino" que Hitler mandara asesinar a casi un cuarto de la población mundial.
Creo en que no fue "suerte" cuando EUA mandó las bombas a Hiroshima y Nagasaki. 
No creo que por ser "aries", ya mi futuro está escrito en revistas para prepubertas con caras de chicos carentes de talento pero muy "agraciados" en las portadas, de ésas revistas que yo tengo montones porque las solía comprar cuando tenía 14 años.

No creo que las cosas que hacen girar al mundo sean suerte, sean por mandato o sean al azar.

Creo que las cosas pasan, porque inevitablemente pasarán. 

Inevitablemente voy a morir, amigos. Inevitablemente mi historia se perderá en un pedazo de tiempo. Inevitablemente voy a reprobar en algún momento. Inevitablemente voy a enamorarme (o no) de alguien más. Inevitablemente voy a ganar, voy a perder y voy a aprender.

Y está bien. Estoy bien con ello :) 



(Obviamente no estoy bien con eso de que el ex amor de mi vida tenga una novia que se llame como yo. Eso es inaceptable. Todos hagamos lo que esté en nuestras manos para que terminen)



(Me veo algo histérica y contradictoria allá arriba. Mi punto es que no me preocupan las cosas que me pasan. No debería. Más bien, intento ocuparme para salir del hoyo de miseria en el que me veo sumergida de vez en cuando. Ése es el punto de todo) 


you're gonna miss me when I'm gone... 




viernes, 6 de marzo de 2015

Demasiado exhausta para ponerle un título.


Amigos, ugh, normalmente cuando tengo una rutina, la sigo. Y ya eran varias semanas (según yo, desde el primer viernes de enero) en que publicaba entradas en mi blog.

Pues bien, así están las cosas:




Ésta semana sólo dormí "bien" a partir del jueves. Y es viernes. QUÉ DESGRACIA, considerando lo mucho que me gusta dormir.

He estado estresada, he estado nerviosa, he estado irritada, he estado de todo.

Disculpen mis malas caras, disculpen mi silencio cortante, disculpen mi falta de inspiración. El cansancio ya me está cobrando la factura...





So, no voy a ahondar en los motivos del por qué mi trastorno del sueño. Mi mamá opina que es por el estrés, mi papá que porque no como bien (típico de él) y yo opinaba lo mismo, sobre mi escuela y así, hasta que ciertos sucesos acontecieron y ahora ya me quiero arrancar los ojos con un tenedor.

Como sea. No se trata de quejarme y echarme a la hamaca a dormir (¿está bien escrito?), pero sí de explicar el por qué ésta semana no escribiré algo en concreto. Además, normalmente éste blog se escribe solo porque generalmente siempre encuentro algo de qué quejarme los viernes durante la semana. Sucede que, he estado con tantas emociones, tantos movimientos que... De verdad, ya ni pensar con claridad puedo.

Una cosita más:

No dejen que nada les robe el sueño como a mí, amigos. Es horrible. Si alguien está jodiendo tu vida y te está estresando de más, busca la manera de darle una patada en el trasero y mandarlos al carajo.

Sé que a mucha gente le gusta desvelarse (yo lo hago SIEMPRE) pero una cosa es acostarme tarde y otra muy diferente es acostarme y no poder pinches dormir, que el cerebro esté hable y hable y hable y tú sólo quieras descansar. Terrible, amigos, se los digo.




PD: Ya sé que "flojera" no es lo mismo con "cansansio". Mi cansansio se deriva de mi vida. Y mi flojera... pues también.

Y amo a Bruno Mars <3

Pd2:

MIREN LO QUE RECIBÍ EL JUEVES:

No me malentiendan. Odio que me regalen flores, pero el detalle... fue tan espontáneo, que de verdad mi corazón brincó una voltereta mortal y lanzó fuegos artificiales. Así de mucho éste gesto significó para mí...

Definitivamente, lo mejor de la semana :)